Viajando slow

El buen viajero no tiene planes fijos ni intención de llegar a su destino. - Lao-Tsé

Soy un apasionado del movimiento Slow en general, y del turismo Slow en particular, y así es como intento que sea mi viaje. Cuando llegué a China hace una semana y media sólo tenía una vaga idea de la ruta que seguiría (que he ido adaptando) y que debía acabar en Hong Kong antes del 8 de mayo para coger el avión a Tailandia. No tengo planeado qué ciudades visitar (más que las más importantes), ni cuantos días quedarme en ellas, ni dónde dormir, ni qué visitar. No intento llenar mis días de actividades y visitas turísticas. Creo que pasear por una calle cualquiera y ver el día a día de la gente o tener una conversación con una persona local puede aportar más sobre su cultura que ir de un monumento a otro echando fotos sin parar.

Obviamente tiene sus contras, y en Pekín tuve que quedarme una noche más porque no había comprado el billete de tren a Xian con antelación, o varias ocasiones en las que no encontraba el hostal por no haberlo mirado bien en internet antes. También me habré dejado cosas por ver, seguro, pero eso es algo que he aceptado desde un principio y he decidido dejarme llevar por lo que está sucediendo a mi alrededor. Al final, da igual si has visitado 2 o 12 templos budistas, lo que recordarás del viaje son las sensaciones y la gente con quien has compartido experiencias.

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La foto es del Lago Oeste de Hangzhou, a hora y media de Shanghai, donde pasé una tarde entera paseando alrededor y disfrutando del ambiente local. Hoy acabo de llegar a Chengdu, donde decidiré si tengo tiempo de desviarme por Yunnan o no.