La Ciudad Prohibida de Pekín, China

La Ciudad Prohibida de Pekín (que de prohibida le queda poco)

Escribir sobre mi recorrido de un mes alrededor de China y no hablar de las impresiones y sensaciones con las que me fui del país sería dejar el post vacío, inconcluso. Como intentar explicar paso a paso una receta de cocina sin hablar de sus aromas, texturas o sabores. Al fin y al cabo, el recorrido lo disfrutas durante el tiempo que viajas, pero las sensaciones perduran y acompañan los recuerdos más allá del último bocado. Y China es en sí un cúmulo de culturas, donde cada provincia tiene su propio dialecto, su propia etnia, su propia gastronomía y sus propias tradiciones. Pero es también un país difícil, donde poca gente habla inglés y donde es fácil que se te identifique como turista.

Honestamente, aterrizar en Shanghai y empezar mi viaje en China fue una ducha de agua fría. Después de haber vivido en Japón durante medio año, pensé que Shanghai, con esa apariencia de ciudad futurista, tendría algo más en común con Tokio o cualquier otra ciudad nipona, pero las diferencias culturales eran insalvables. Unas horas paseando por The Bund y la zona de las concesiones, a orillas del Huangpu, bastó para ser abordado por una treintena de tipos al grito de "¿Rolex? ¿iPhone? ¿Massage? ¿Sexy massage? ¿Lady massage? (tío, ¿de verdad crees que me apetece un masaje con final feliz a las 4 de la tarde?). Tampoco ayudó el tráfico caótico, los escupitajos al suelo en sitios cerrados, o las malas maneras en algunas tiendas. En general, acostumbrado a la impecable educación japonesa, fue todo un shock.

Tanto en Shanghai como en Pekín intentaron timarme varias veces, pero venía con los deberes hechos y ya me los conocía de antemano: En el primero, el timo de la ceremonia del té, una pareja de chinos jóvenes que se hacían pasar por turistas me pidieron que le hiciera una foto, usando eso para iniciar una conversación e invitarme a una "famosa" ceremonia del té en un local cerca de allí. Obviamente ellos están compinchados con el local, y al acabar la infusión te encuentras con una factura de unos 50-60€. ¡Paaam! Cara la broma, ¿eh?. El otro timo más frecuente, el de las estudiantes de arte, me lo intentaron hacer en Pekín: Dos chicas jóvenes se me acercaron y empezaron a hablar conmigo con la excusa de que querían practicar el inglés. Obviamente yo sé que no soy tan guapo como para que me entren a pares, así que ahí ya sospeché algo. La conversación sigue hasta que te dicen que son estudiantes de arte y que exponen en un local cerca de allí, momento en el que te llevan a una galería para que compres piezas de arte originales que en realidad están impresas en masa.

También podría hablar de cuando tuve que perseguir por toda la terminal de ferris de Hong Kong a un chino cabrón que me dio el cambiazo a mi billete a Macao, pero supongo que a estas alturas te estarás imaginando que las sensaciones con las que me fui de China no fueron nada buenas. Todo lo contrario. Juzgar a toda la nación China por un puñado de gañanes sería tan injusto como hacerlo con los españoles por culpa de algunos carteristas del metro de Barcelona. Lo triste es que si te mueves únicamente por los sitios más turísticos de las ciudades más conocidas, esa es la impresión que te llevas.

A lo largo de mi paso por China conocí gente increíble, abierta, desinteresada y con ganas de aprender de mí y de mostrarme su cultura. En el tren nocturno de Pekín a Xian, por ejemplo, estuve hablando una chica que sabía algo de inglés. Cuando llegamos a Xian, pasó el día conmigo enseñándome su ciudad, la comida típica, los puestos callejeros, monumentos... Incluso me acompañó a visitar los Guerreros de Terracota, explicándome su historia. En otros sitios, sobretodo en las ciudades interiores que son menos turísticas, otros chicos se acercaban a mi para invitarme a beber y hablar con ellos. De hecho en una discoteca de Guilin acabé extremadamente borracho ligeramente perjudicado por no querer rechazar ninguna de las invitaciones.

A veces ni siquiera el idioma es barrera para establecer conexiones humanas. Durante otro de los trenes nocturnos me pasó algo "gracioso". Al subir al tren ayudé a una mujer a colocar su maleta en el reposamaletas y, al cabo del rato, mientras comían, se me acercó sonriente y me ofreció una bolsa de papel abierta. Ahí que metí yo la mano y saqué... ¡una garra de gallina! La situación es la siguiente: Un tren con 1500-2000 chinos donde yo era el único extranjero; medio vagón observándome y esperando mi reacción; la mujer mirándome ilusionada por haber compartido conmigo parte de su manjar; y yo contemplando la enclenque garra, con una enorme sonrisa forzada, sin saber muy bien si darle un mordisco o rascarme la espalda con ella. Al final opté por lo primero y quedaron todos contentos (menos yo), todo sin intercambiar ni una sola palabra.

Podría seguir poniendo ejemplos, y muchos, pero la idea seguiría siendo la misma: Cuando viajas, tú eliges el recorrido, pero también tu actitud y la manera de recorrerlo. Y cuando tu actitud es abierta y receptiva, la gente lo percibe, y es entonces cuando viajas de verdad. China es un país increíble que, como la foto que encabeza esta entrada, está oculto bajo una niebla de prejuicios y desinformación. He visto paisajes y arquitectura que por sí solos hacen que valga la pena la visita, pero con lo que me quedo es con la gente, con las anécdotas y con las dificultades, que han sido muchas. Sin duda, una experiencia.

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PD: Sigo en Chiang Mai, Tailandia, el segundo país en mi viaje alrededor de Asia. Escribiré un post sobre la vida aquí y por qué me gusta tanto esta pequeña ciudad del norte. También quiero escribir sobre las sensaciones después del retiro de meditación de 10 días, sobre cómo han cambiado mis prioridades a lo largo de estos últimos años/meses, o sobre temas que me suelen preguntar mis amigos (cómo es viajar solo, cómo trabajo, qué llevo en la mochila, etc.). Me he comprometido a escribir 1-2 entradas por semana, pero voy soltando cosas por Facebook o Twitter más a menudo. ¡Ah! Y subscríbete si aún no lo has hecho 😉

Mapa del recorrido de mi viaje de un mes por China.

Mapa de mi recorrido en China.

En abril comencé mi viaje por Asia recorriendo China. Aprovechando que tenía que hacer escala en Shanghai, decidí sacarme el visado de turista de 30 días y exprimirlo al máximo. Obviamente un mes no es suficiente para disfrutar de toda China, pero salí del país con buenas sensaciones. Mi idea era poder disfrutar tanto de la parte tradicional e imperial de China, visitando Pekín y Xian, como de la parte más moderna, representada por Shanghai y Honk Kong. Al mismo tiempo quería poder adentrarme en el interior del país y sumergirme en las zonas más rurales y ciudades menos turísticas. En esta entrada me centraré en el recorrido, y dejaré las impresiones para la siguiente.

Me moví (excepto el vuelo Shanghai - Pekín) únicamente en tren, la mayoría trenes nocturnos donde pasaba la noche en una litera. El recorrido nunca lo llegué a tener planeado del todo, y de hecho quería haber tenido tiempo de visitar la provincia de Yunnan, pero preferí disfrutar con calma de los sitios que visitaba antes que intentar recorrerlo todo sin tener un momento de calma. Dependiendo de las primeras impresiones que tenía de la ciudad a la que llegaba decidía cuantas noches iba a pasar en el albergue, y el último día reservaba el billete de tren y el alojamiento en la siguiente ciudad. Lo único fijo era el vuelo de salida desde Hong Kong un mes más tarde.

Shanghai

Skyline de Shanghai desde The Bund.

Skyline de Shanghai desde The Bund.

Aterricé en Shanghai y en esta ciudad pasé 6 días, alojado en casa de mi amigo Juanan. Más que atracciones específicas lo mejor de esta ciudad es caminar por sus distintos barrios y disfrutar del ambiente. Te puedes encontrar en medio del centro financiero, rodeado de rascacielos impresionantes, y luego perderte por las callejuelas de la antigua ciudad. Lo que menos me gustó es la cantidad de timadores y embaucadores que hay en las zonas más turísticas, que llega a agobiar bastante. Empiezan ofreciéndote Rolex falsos y acaban con masajes con final feliz. En esos tramos me ponía los cascos y a mi rollo.

Hangzhou

Barcas en el Lago Oeste de Hangzhou.

Barcas en el Lago Oeste de Hangzhou.

Uno de los días en Shanghai me escapé a visitar la ciudad de Hangzhou, a hora y media en tren. Pese a que estoy seguro de que la ciudad tenía muchas más cosas que ver, dediqué todo el tiempo a disfrutar del Lago Oeste y pasear por sus alrededores. Al fin y al cabo, no todo es tachar atracciones de la lista.

Pekín (Beijing)

Bosco Soler caminando la Gran Muralla en Mutianyu, China

Caminando la Gran Muralla en Mutianyu, China

Llegué a Pekín en avión desde Shanghai, aunque otra opción es ir en el tren de alta velocidad que une las dos ciudades en apenas 5 horas. En la capital hay mucho que visitar: La Ciudad Prohibida (el palacio imperial de la dinastía Ming), El Palacio de Verano o El Templo del Cielo son algunos de los edificios o complejos históricos más famosos. También me dio tiempo de ver algo de arquitectura contemporánea (como la Villa Olímpica), visitar el distrito de arte 978  y la obligada escapada a la Gran Muralla. Impresionante.

Xian

Guerreros de Terracota de Xian (Sala 1).

Guerreros de Terracota de Xian (Sala 1).

Más de 12 horas en tren nocturno me separaban de Xian. En el trayecto conocí a una chica que hablaba más o menos bien inglés y que me acompañó a ver los Guerreros de Terracota, un conjunto de más de 8000 figuras de guerreros y caballos de Terracota a tamaño real que fueron enterradas en el mausoleo del Primer Emperador Qin, el emperador que unificó China. La imagen no hace justicia, porque sólo revela una parte de una de las fosas, pero cada estatua es distinta del resto. El conjunto es increíble. Aparte de eso la ciudad de Xian también tiene su atractivo, aunque apenas pasé un día allí.

Chengdu

Pandas haciendo el panda en Chengdu.

Pandas haciendo el panda en Chengdu.

A partir de aquí comenzó de verdad la aventura en China, ya que tanto en Shanghai como en Pekín conocía a gente, además de que los hostales estaban llenos de occidentales por ser ciudades más conocidas. En Chengdu, sin embargo, podía pasar una tarde paseando por el centro sin ver ningún otro extranjero. Algunos adolescentes se acercaban a hacerse fotos conmigo o a saludarme. La ciudad en sí no tiene nada especialmente conocido, pero me dio muy buenas sensaciones y me gustaron sus jardines, así que decidí quedarme una noche más en la que en teoría era una ciudad de paso en mi ruta. Aproveché para visitar el Centro de Cría de Pandas, en las afueras de la ciudad. No me suelen gustar los zoos, pero este centro está dedicado a evitar la extinción de los pandas y es inmenso.

Chongqing

Centro de Chongqing, China

Chongqing, ciudad de contrastes.

Chongqing, que probablemente no te sonará de nada, es la ciudad más grande en el interior de China con unos 30 millones de habitantes (sí, más de la mitad de España). La ciudad en sí me pareció un auténtico mar de horribles torres residenciales, pero me gustó sumergirme de lleno en la cultura asiática, perderme por sus barrios y mercados, o pasear por sus calles observando el estilo de vida de sus habitantes. Mientras, ellos se preguntaban qué carajo hacía un turista por esos sitios.

Guilin

Vista de Guilin desde uno de los picos.

Vista de Guilin desde uno de los picos.

Guilin es una pasada. Es uno de los destinos turísticos más conocidos dentro y fuera de China, y por una buena razón. La ciudad, relativamente pequeña hablando en términos chinos, está rodeada por dos ríos y emplazada entre escarpadas montañas de piedra caliza. Es perfecta para hacer senderismo por los alrededores y visitar, entre otros muchos escenarios, las terrazas de arroz de Longsheng.

Hong Kong

Barcas pesqueras en la Isla de Cheung Chau, Hong-Kong.

Barcas pesqueras en la Isla de Cheung Chau, Hong-Kong.

Llegué a Hong Kong a una semana de tomar el vuelo de salida a Tailandia. Hong Kong es (junto a Macao) una de las regiones administrativas especiales de China, y fue colonia británica hasta 1997. Debido a ello es una ciudad enormemente multicultural, y uno de los principales nexos de la economía mundial. Menos mal que me alojé en casa de mi amigo Naïna, porque los albergues en HK costaban alrededor de 20-25€ los más baratos, mientras que en el resto de ciudades en China había estado pagando entre 3 y 5€. Además de pasear por las calles de la metrópolis, visitar algunas exposiciones y salir de fiesta por zonas donde parecía que estaba en cualquier otra ciudad occidental, también tuve tiempo para escaparme a alguna de las tranquilas islas de los alrededores.

Maca0 (Macau)

Plaza del Senado, en el centro histórico de Macao.

Plaza del Senado, en el centro histórico de Macao.

Uno de los días últimos días en Hong Kong lo empleé en visitar Macao, el Las Vegas asiático. Un ferry enlaza las dos ciudades en apenas una hora, y no necesité mucho más que una tarde para darme una vuelta por el centro histórico de esta antigua colonia portuguesa y visitar The Venetian, el casino más grande del mundo. Aún así es curiosa la mezcla de los remanentes de la arquitectura colonial europea con las nuevas construcciones chinas.

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PD: Todas las fotos las he tomado con un iPhone 5S. Es incapaz de hacer buenas fotos de noche, pero de día y con buena iluminación da el pego y me ahorra el peso de llevar una buena cámara.

PD2: Si te has planteado un viaje al gigante asiático espero que este recorrido te haya servido como guía base. Yo no cambiaría nada del trayecto, y quizás en un segundo viaje visitaría la parte oeste, incluyendo el Tíbet y la provincia de Yunnan. Y si nunca te has planteado visitar China, en la segunda parte de la entrada hablaré de mis impresiones recorriendo el país. Subscríbete a la lista de correo para no perdértela 😉