Escrito desde: San Salvador de Jujuy, Argentina.
Escuchando: Ludovico Einaudi - Primavera.

El miércoles publiqué este tuit:

Llevo 7 meses trabajando online mientras recorro América. ¿Qué te gustaría saber? Pregunta y respondo.

Tomando café mientras observo uno de los muelles de Ucluelet, en la Isla de Vancouver, Canadá.

La pregunta que más me hicieron, como esperaba, fue: «¿¡Cómo lo haces!? ¿Cómo puedo hacerlo yo?».

Mucha de esa gente es atrapada luego por gurus que te venden cursos prometiéndote un estilo de vida ideal. No necesitas conocimientos previos. Solo unos cuantos cientos o miles de euros para que ellos te indiquen el camino hacia la libertad.

Esto me da una pena enorme.

Pero, ¿sabes qué es lo que realmente me j*de? ¡Que yo pueda contribuir a eso!

Algunos leerán mis tuits o verán mis fotos y pensarán: «¡Cómo mola! ¡Yo también quiero!». Y entonces buscarán en Google cómo ser nómada digital y terminarán en uno de esos cursos.

El problema de estos cursos es que:

  1. Algunos te intentan enseñar un solo camino o modelo de negocio (normalmente blogs con afiliación), cuando hay miles de posibilidades.
  2. Otros —los más caros— intentan abarcarlo todo y acabas pagando por conocimiento que no necesitas y profesores mediocres.
  3. En la mayoría, tus «tutores» son alumnos de ediciones anteriores.
  4. Se centrarán mucho en venderte mindset y otras chorradas, cuando lo realmente importante para ser nómada digital es que tengas un trabajo que puedas hacer en remoto.

Estas plataformas presumen de tener miles de alumnos, pero la tasa de éxito es tan ridícula que siempre muestran los mismos 4 ó 5 casos.

Hace tiempo prometí crear una guía gratuita para tratar de arrojar luz ante tanto humo. Pero he querido ser tan perfeccionista que la tengo atascada. Leer las preguntas de mi tuit, sin embargo, me ha puesto las pilas y he querido hacer algo rápido que pueda servir como guía.

Me ha salido un mega hilo de 46 tuits que reproduzco tal cual:

Cómo ser nómada digital 💻🌴

Lo que he visto que funciona (y no funciona) durante mis +10 años en esto.

Una guía transparente, directa y sin humo.

Comenzamos 👇

Primero lo primero: esta no pretende ser una guía que te cambia la vida, sino un mapa de posibilidades 🗺

Sé de personas que han pagado miles de euros por cursos para convertirte en nómada digital que son una estafa.

Este hilo te ahorrará tiempo y (mucho) dinero.

Con diferencia, la pregunta que más recibo cuando digo que llevo desde el 2014 trabajando online y que he viajado y vivido en +50 países 🌎 es:

«¿¡CÓMO HACES PARA VIAJAR TANTO?!»

Y ahí suele estar el primer error.

Lo difícil del nomadismo digital no es la parte nómada, sino la digital 💻

Es decir, conseguir tener un trabajo que:

1️⃣ Puedas hacer en remoto (=online).

2️⃣ Con libertad de horario.

Una vez logrado esto, vivir en un apartamento en el centro de Madrid o en un pueblo perdido de Bali 🏝 es cuestión de preferencias. Igual que viajar con mochila o maleta.

No es en lo que te deberías centrar ahora.

Tu pregunta debería ser:

«¿Cómo consigo un trabajo que me permita esa libertad?»

Te explico las posibilidades ordenadas de menor a mayor dificultad 👇

☝️ UNO: Trabajar en remoto por cuenta ajena.

Dificultad: 🟢
Libertad: 🔴

Sencillo de explicar: buscas un trabajo en una empresa que te permita trabajar en remoto.

Es posible que tengas un horario menos flexible y reuniones sincrónicas semanales, pero la situación actual ha hecho que muchas empresas adopten el modelo de teletrabajo 👍

No haré una lista de plataformas. Te considero lo suficientemente inteligente como para buscar en Google «remote job boards». Hay un montón.

En español puedes filtrar por «trabajo remoto» en Infojobs y también We Remoto.

Estos sitios, además, te ayudarán a entender el mercado y lo que está demandando: desarrolladores, diseñadores UX/UI, soporte, marketing, project management…

Sabiendo esto puedes decidir en qué formarte 👀

✌️ DOS: Freelancing / ofrecer servicios.

Dificultad: 🟠
Libertad: 🟠

Mi favorita y por la que empezamos muchos. Sabes hacer algo online por lo que la gente está dispuesta a pagarte.

Empezar no es tan fácil porque necesitas varios clientes para mantenerte pero tendrás más flexibilidad de horarios.

Ejemplo de freelancers con las que trabajo:

@mariasajim es community builder.

@bohdanps es desarrollador web.

@NoemiCarro es redactora y marketer.

@elenayuscula es experta en aprendizaje.

@Yria83 es asistent virtual.

@melanicazorla es editora de vídeo.

@danielsaezf es locutor.

¿No sabes qué ofrecer? En la news gratuita de SinOficina puedes ver cada semana qué tipo de encargos se demandan.

A partir de ahí:

1️⃣ Fórmate gratis con Google y YouTube.

¿Gratis? Sí. No te gastes un duro cuando estás empezando.

Todavía eres carne fresca en un océano de tiburones y hay infinito contenido gratuito para comenzar. Deberías ser capaz de hacerte tu página web con tutoriales.

2️⃣ Si ves que se te da bien y te mola, plantéate pagar por formación específica.

Hay muchísimos cursos de calidad por menos de 300€ ó 10–20 €/mes. Mejores que formaciones de miles de euros, por mucho que usen términos como «máster», «escuela» o «instituto».

3️⃣ Comienza a compartir lo que aprendes y haces en tu web u otro canal (YouTube, Twitter, podcast, etc.).

Esto te servirá para 1) aprender mucho más, 2) ganar visibilidad, 3) usarlo de portfolio y prueba de autoridad y 4) conectar con otros emprendedores.

🎧 Escucha este episodio con @bohdanps: 120 – El camino del freelancer con Bohdan Shila

🤟 TRES: Negocio escalable (ecommerce, SaaS, formación, contenido…)

Dificultad: 🔴
Libertad: 🟢

El Santo Grial y a lo que todo emprendedor digital aspira.

Un negocio en el que no exista una relación directa entre tu tiempo y los ingresos que percibes. Cobrar mientras duermes.

Libertad absoluta.

Pero aaaaaamigo/a… Si fuese tan fácil como los gurus nos hacen creer… 😅

El atractivo es evidente:

Como freelance, tu tiempo es limitado, luego puedes asumir un número limitado de clientes.

Pero un curso online lo puedes crear una vez y vender miles de veces. Igual que el software. Los productos digitales son 100% replicables 🚀

Al ser tan atractivo, muchos te tratarán de vender un curso para crear negocios online (¡y ese será su negocio! 🤑).

Te dirán que no necesitas tener conocimientos previos y que si trabajas duro podrás vivir de tu blog de viajes, de tu ecommerce o, incluso, ¡del trading!

HUYE.

¿Significa esto que no puedo tener un negocio online? 😢

Puedes, sí. Es la manera más difícil de convertirte en nómada digital, pero hay dos vías:

📺 Contenido.

⚙️ Software.

Te voy a dar algunos ejemplos:

1️⃣ CONTENIDO

Creas contenido gratuito sobre un tema específico (o mezcla de varios) hasta tener una audiencia suficientemente grande como para poder monetizar mediante contenido de pago exclusivo o publicidad.

Ejemplo 1: 🧘‍♂️ Jorge de @CallateyhazYoga creando contenido sobre yoga de manera gratuita hasta convertirlo en una academia monetizando mediante suscripción.

👉 115 – Cómo crear una academia online de yoga con más de 500 alumnos con Jorge Caballero

Ejemplo 2: 🗜 @Vaughtton comenzó a crear tutoriales gratuitos en
@nocodehackers mientras aprendía y comenzó a monetizar con cursos más completos.

Ejemplo 3 (×3): 🏋️‍♂️ Marcos Vázquez de @FITrebelde, @Sergio_Espinar y @themacrowizard creando contenido sobre salud y fitness en su blog y redes, y monetizando posteriormente mediante libros y programas online.

👉 113 – Cómo emprender online sin caer en el burnout con Sergio Espinar.

👉 119 – Cómo crear un imperio alrededor de la salud y mejora personal con Marcos Vázquez.

👉 123 – Salud, conocimiento, viajes y multipropiedades con Alberto Álvarez (The Macro Wizard)

Todos ellos te podrán contar el tiempo que requiere vivir de algo así.

No es algo rápido, no.

2️⃣ SOFTWARE

¿Eres desarrollador/a o necesitas una excusa para aprender a programar? Crear una herramienta online y vender su acceso mediante suscripción (SaaS) es otra posibilidad.

Ejemplo: @AngelGuruez creando @Kiwosancom y @carlostenor con @podstatus

👉 111 – Cómo sacarte un segundo sueldo con un side project con Carlos Tenor

Ejemplo: @josek_net y @polrodriguezriu creando @getmumbler

👉 116 – Cómo crear un SaaS para monetizar la creación de contenido con Corti y Pol de Mumbler

¿Rápido? Nope. De hecho, @rauldemarras y yo llevamos unas semanas creando @getsupercord y todavía no hemos facturado ni un euro 😄

Ingresos pasivos, ¡¿dónde estáis?! 🫠

—Qué bajón de hilo, ¿no? Entonces, ¿me olvido de la idea de trabajar online y ser nómada digital?

¡Nooo! Recuerda las otras opciones.

Y lo más importante: ¡puedes combinarlas! De hecho, mi propuesta es que lo hagas 👇

🗺 La hoja de ruta que hemos seguido muchos de los que ya trabajamos online ha sido la siguiente:

1️⃣ Primero: fórmate en un trabajo por cuenta ajena o con formación online.

En mi caso, mientras estudiaba arquitectura en la facultad, aprendí a hacer páginas web en WordPress a base de tutoriales gratuitos primero y con @joanboluda después.

2️⃣ Segundo: ofrece servicios como freelance mientras sigues aprendiendo, ganas autoridad, creas tu portfolio y haces contactos.

Con el tiempo podrás vivir de tu trabajo y con la libertad suficiente para hacerlo desde donde quieras (mientras tengas conexión a internet, claro 😉)

Retrocede unos tweets para recordar cómo iniciarte en el freelancing 👆

Gracias a aprender a hacer páginas web por mi cuenta pude, hace 7 años, hacer mi primer gran viaje de 9 meses recorriendo Asia con una mochila.

3️⃣ Crea un negocio online según la necesidad que detectes en el mercado.

Las ideas de negocio no se buscan, se encuentran mientras trabajas 🛠

Normalmente, la necesidad la verás en la audiencia que quiere aprender de tu experiencia como freelance y crearás formación específica, como han hecho @bohdanps, @mariasajim, @NoemiCarro, @elenayuscula o @danielsaezf con sus cursos.

👉 121 – De construir edificios a construir comunidades con María Sajim

Lo interesante de combinar freelancing con producto digital es que tardas menos tiempo en poder vivir de tu trabajo gracias a ofrecer servicios (y es más realista)…

…y a largo plazo cuentas con las posibilidades y la escalabilidad del producto digital 🚀

Eso ha sido todo por hoy. Otro día publicaré la segunda parte de esta guía: la que se refiere a la parte NÓMADA 🎒

Cómo viajar, dónde, qué tener en cuenta, etc. Pequeño adelanto.

Pero he querido empezar con esta porque es la más importante. Es el requisito imprescindible.

No intentes ser nómada sin ser primero digital. No te compres la mochila todavía.

Primero asegúrate un trabajo en remoto, los primeros clientes o la viabilidad de tu negocio online.

Y, por favor:

☢️ Pon en duda todo lo que leas en internet. Incluido este hilo. Esto debe ser una fuente más. Lee a muchos, habla con muchos y luego define tu camino.

Las posibilidades son infinitas y la oportunidad está en los bordes.

☢️ Huye de los que prometen cambios vitales. Quédate con los que te enseñan conocimientos específicos que puedas ofrecer como freelance para mejorar tu negocio.

Fíjate en la publicidad y cómo te lo venden. Un curso de Facebook Ads se debería vender como tal.

☢️ Huye del: trading, marketing multinivel, cripto/NFT (el 99% todavía es humo), dropshipping y las páginas nicho.

Céntrate en aprender una habilidad que aporte valor real a tus clientes (= pagarán por tus servicios). Echa un ojo a los ejemplos que he puesto antes.

No es un camino fácil ni nadie (ni yo) puede garantizar que lo consigas…

…pero merece la pena intentarlo ❤️

Espero que esta primera parte de la guía te sirva como punto de partida 🗺

Si tienes alguna pregunta o algo que quieras aportar, ¡hazlo! Seguro que suma 🙂

Esto es todo. Espero que te haya resultado útil este hilo. Si quieres seguir por el camino del emprendimiento, en SinOficina he creado un programa para guiarte. El primer módulo, Conoce, es gratuito y te da una visión amplia de las mejores opciones que tienes a la hora de emprender un negocio online por tu cuenta:

Accede gratis al módulo Conoce 🗺️

Escrito desde: Córdoba, Argentina.
Escuchando: Ólafur Arnalds & Bonobo – Loom.

La mayoría de gente aprende de manera muy superficial. Lee un libro tras otro, consume un artículo tras otro y escucha un podcast tras otro. Pero al cabo de un tiempo se han olvidado de todo o, al menos, de gran parte.

Yo entiendo cuatro fases en el aprendizaje. Las cuatro Cs: compilar, consumir, construir y compartir.

La primera, compilar, es elegir bien las fuentes de las que vas a formarte. Con tanta información disponible, nuevas tendencias y tanto guru tratando de captar nuestra atención, una primer trabajo de curación de contenidos es clave.

La segunda es el propio hecho de consumir. Leer el libro, para que nos entendamos. Y sí, mejor un libro que Twitter.

Aquí es donde se queda la mayoría de gente. Libro leído, check en la lista. A por el siguiente. Lo que yo sugiero, una vez lo leas, es dedicar un tiempo a construir sobre lo leído.

Construir es elaborar nuevas ideas y reflexiones propias a partir de las leídas o escuchadas. Puedes comenzar, como hago yo, resumiendo los libros con tus propias palabras. No te quedes solo en el subrayado. Verás que al hacerlo no querrás limitarte solo a escribir sobre el libro sino que volcarás también tu opinión y, con el tiempo, enlazarás también a otras notas e ideas que han surgido anteriormente. Nota: otro día escribiré sobre métodos de gestión personal del conocimiento que es algo que me lleva fascinando mucho tiempo. Y contaré qué sistema empleo yo.

Por último, compartir. Puede ser en forma de pequeño artículo, como estoy haciendo con este. Puede ser a cambio de un retweet, como hice con el libro de Naval Ravikant.

Compartir ayuda a estructurar ideas. A sintetizarlas. Incluso a exponerlas a debate. Algunas de las respuestas a mis artículos me han hecho cambiar de opinión o ampliar un poco más mi perspectiva. Y eso es una parte valiosa del aprendizaje.

La próxima vez que empieces un libro, prueba a ir un paso más allá. Quizás no leas más, pero sí aprenderás más.

Compila, consume, construye, comparte .

Escrito desde: Mendoza, Argentina.
Escuchando: The War On Drugs - Living Proof.

Estos últimos días Twitter echa fuego. Elon Musk quiere hacerse con mi red social favorita —y en la que paso más tiempo del que debería.

Twitter es una herramienta increíble para conectar con personas y descubrir otros puntos de vista. A mí me ha dado muchísimo. Pero es un entorno horrible para consumir contenido.

Tratar de adquirir conocimiento en una red social es el equivalente a alimentarte a base de cheetos: tienes la sensación de que estás aprendiendo, pero lo olvidarás al minuto siguiente .

Todos están (estamos) ahí cazando likes. Hilos con aprendizajes edulcorados, consejos de loros sin experiencia que se dedican a copiar contenido de otros, soluciones a medida que llegan a ti gracias a un algoritmo cuyo único objetivo es retenerte el mayor tiempo posible para poder seguir sirviéndote anuncios. Ruido. Ego. Señalización.

Apaga el móvil y coge un libro.

Si realmente quieres sacar un valor de lo que lees, dedica tiempo y atención. Asimilamos conceptos a través de ejemplos, metáforas, razonamientos y mediante la repetición de éstos. Algo que no puedes encontrar en 280 caracteres.

Mi hilo con 36 aprendizajes vitales es un ejemplo de «contenido papafrita» (me acabo de inventar este término pero me encanta). Muy chulo y muy retuiteable. Y seguro que muchos lo habéis guardado en Marcadores para que no se pierda. Pero, ¿qué impacto ha tenido en tu vida más allá de moverte un poco por dentro en el momento de leerlo? ¿Qué has puesto en práctica?

Queremos todo resumido, masticado, en una píldora mágica y las redes sociales premian ese tipo de contenido. Pero a mí me han cambiado la vida 4 ó 5 libros y ningún tweet. Y eso que he leído, como todo el mundo, muchos más tweets que libros.

No me malinterpretes. Como he dicho antes, Twitter es brutal... para descubrir. Y descubrir es necesario. Si solo leyeses mi newsletter y cuatro más terminarías encerrándote en una cueva de opiniones que limitarían tu amplitud mental. Pero, una vez descubres algo/alguien interesante, sal de ese nido de hienas y vete a un espacio donde puedas consumir sin interrupciones. Revisa su blog, escucha su podcast, lee su libro.

Mi fórmula es simple: 50% descubrir, 50% consumir. Por cada hora en Twitter pasa una hora leyendo libros, newsletters o artículos con más profundidad.

La semana que viene escribiré sobre los 4 pasos que empleo para aprender cuando leo libros.

Últimamente, cuando hago ejercicios de autoconocimiento y examino si estoy donde me gustaría estar concluyo lo mismo: sí, al 95%.

Llevo 6 meses recorriendo América, emprendiendo con SinOficina y me permito montar proyectos paralelos para seguir aprendiendo. Pero me gustaría escribir más. Ser mejor... ¿escritor? ¿pensador? Pero nunca encuentro tiempo. ¿Por qué?

Estoy acostumbrado a la satisfacción instantánea. Si monto una campaña de marketing, obtengo ventas. Si compro algo, lo poseo o lo disfruto al momento. ¿Por qué escribir un artículo si puedo enviar un tweet y obtener validación instantánea con miles de likes y followers?

Pero un libro no se escribe con tweets. A escribir se aprende escribiendo y la evolución es todo menos instantánea.

Entiendo que si quiero llegar a escribir necesito disciplina. Y la satisfacción tiene que venir de la acción continuada y no del resultado. Igual que un tenista profesional canaliza la satisfacción en el entrenamiento diario y no en el marcador del partido del fin de semana.

La satisfacción es pulsar el botón «Publicar» pensando: «una semana más, un texto mejor».

Para eliminar el ruido y la tentación de buscar la validación hace tiempo que desactivé los comentarios en mi blog. Hoy he decidido ir un paso más allá y desactivar también las opciones de tracking de apertura y click al enviar el artículo en la newsletter.

No voy a saber si has leído este email o no. No importa. Voy a poner el foco en escribir cada semana y en un año veremos qué ha pasado.

Una cosa sé seguro: la satisfacción por lograr algo a largo plazo es infinitamente superior a los likes en Twitter.

Hace unos días fue mi cumpleaños y voy a celebrarlo compartiendo 36 lecciones que he aprendido en mis 36 años de vida.

1 / La vida es demasiado corta para 1) aprender alemán y 2) tratar de caerle bien a todo el mundo.

2 / Si empiezas joven, el interés compuesto a la hora de invertir te puede hacer rico. Pero tu dinero se deprecia con el tiempo —y no me refiero a la inflación. El valor de 5,000€ a los 60 es infinitamente menor que a los 20.

Invierte en aquello que no se deprecia con el tiempo: conocimiento, relaciones, experiencias y, si emprendes, en tu propio negocio.

3 / La mejor pregunta que puedes hacerte cada cierto tiempo es: «¿estoy donde quiero estar?» y «¿están mis acciones llevándome hacia allí?»

4 / A la hora de tomar una decisión que conlleva riesgo (un viaje en solitario, un cambio de carrera) merece la pena preguntarse qué es lo peor que puede pasar (gracias, Tim Ferriss). Normalmente, la peor de las situaciones no es tan mala.

5 / Y, a veces, la decisión más sabia no es la que te puede llevar a ganar más, sino la que te protege contra una mayor pérdida (gracias, Taleb). Conducir a 160 km/h te hace ganar 15 minutos; conducir a 120 km/h hace más improbable un accidente.

6 / Si haces (las mismas) cosas, pasan (las mismas) cosas. Si haces cosas diferentes que el resto, te pasan cosas diferentes al resto. Y eso te da una ventaja crítica.

7 / El minimalismo no es «tirar cosas». Es tener claras tus prioridades y dedicar más espacio y tiempo a aquello que es importante en tu vida. Esto lleva a eliminar cosas superfluas (ciertos bienes materiales, ruido o algunas personas), pero esa es la consecuencia, no la razón.

8 / El coste de oportunidad de la mayoría de propuestas suele ser en tiempo, no en dinero. Aprender a decir «no» más a menudo y sin ofender es un arte.

9 / Pero cosas buenas pasan cuando dices que sí (a ir a una fiesta, una propuesta de colaboración, un viaje). Emplea la intuición en discernir cuándo decir que no y cuándo decir que sí. Acepta equivocarte a menudo.

10 / La gente de quien te rodeas moldea tus ideas. No significa que debas desprenderte de tus amigos de la infancia. Te rodeas de quienes sigues en Twitter, lees sus libros o te suscribes a sus newsletters. Elige con cuidado.

11 / Cuanto más te esfuerces por demostrar, más se alejarán. Cuanto más te esfuerces por compartir, más atraerás.

12 / Al comienzo de tu carrera emplea un 80% aprendiendo y un 20% creando. Luego será un 80% creando y 20% aprendiendo. Pero nunca dejes de hacer ninguna de las dos.

13 / Saber estar a gusto a solas con tus pensamientos es un superpoder. Poder dejarte el móvil en casa cuando das un paseo está al alcance de muy pocas personas.

14 / No merece la pena jugar a juegos de estatus. El beneficio es temporal y el coste de oportunidad inmenso.

15 / Define tu idea de éxito, de riqueza y de felicidad. Porque entonces no tendrás con quién compararte. Hay gente con más dinero que yo, pero nadie más rico que yo según mi idea de riqueza.

16 / Siempre que viajes a otro país aprende a decir dos palabras en su lengua: «hola» y «gracias». Úsalas. Luego puedes seguir en inglés, pero demostrarás respeto hacia su cultura y te abrirá muchas puertas.

17 / No dejes de perseguir tu curiosidad.

18 / Aceptación no es lo mismo que resignación. El deseo lleva a la obsesión y la obsesión a la infelicidad. Ser capaz de eliminar los deseos provocados por el entorno es el primer paso para salir de la carrera de la rata.

19 / El factor suerte existe, empezando por el lugar y familia en la que naces. Nadie te puede asegurar el éxito. Pero caminar (hacer) diariamente (constancia) en la dirección adecuada (estrategia) aumentan tus posibilidades.

20 / El pensamiento crítico es tu mejor arma contra la desinformación (y la «contra-desinformación»).

21 / Cuanto más racional soy, más cuenta me doy del poder de la intuición.

22 / Hay gente que conoce mejor la vida de otros que a sí mismos. Dedica tiempo a conocerte. Medita, exponte a situaciones fuera de tu control (¡viaja!), analiza tus reacciones, conversa contigo.

23 / Huye de los cínicos, los políticos y las cuentas anónimas de Twitter.

24 / Como en el ajedrez, aprenderás mucho de leer a aquellos que han vivido antes que tú. Súbete a hombros de gigantes.

25 / No viajes para huir de tus problemas y/o responsabilidades. Viajar no te dará respuestas pero sí nuevas preguntas.

26 / Ser capaz de ver oportunidades de ganancia mutua donde otros solo buscan beneficio propio es un superpoder.

27 / Mi mayor riqueza ahora es la libertad para explorar, para crear y para disfrutar con la gente que quiero. Mi mayor riqueza en 36 años serán las memorias creadas a partir de esa libertad.

28 / Escucha más. Abraza más. Dí más veces «gracias» y «te quiero».

29 / Si estás leyendo esto, probablemente seas una persona privilegiada. No lo niegues porque haya otros que lo sean más; tampoco te fustigues por ello. Simplemente sé consciente y tenlo presente a la hora de comunicar.

30 / Quien afirma que viajar está sobrevalorado, o bien no ha viajado lo suficiente, o bien no lo ha hecho con la mentalidad adecuada.

31 / La dicotomía del control es la lección más valiosa del estoicismo. Aprende a no dedicar tiempo, energía ni espacio mental a aquello que no depende de ti. Céntrate en lo que sí: tus acciones y tus emociones.

32 / La vida es corta. No pospongas demasiado los viajes, los cambios vitales o quedar a tomar un arroz con las personas que aprecias.

33 / La vida es larga. Apuesta por las acciones, amistades y valores a largo plazo. Aprende a entender el interés compuesto y el crecimiento exponencial en los distintos ámbitos de la vida.

La crítica y el cotilleo es cortoplacista. Manipular o faltar a tu palabra por mejorar las ventas de un lanzamiento es cortoplacista. La humildad, la generosidad y el respeto a los demás es largoplacista.

34 / Cambiar de opinión está permitido y es recomendable. Estos 36 aprendizajes serán revisados una vez al año.

35 / No esperes a que algo esté perfecto para compartirlo con el mundo o no lo compartirás nunca.

Relacionado

🗓 Actualizado: marzo 2023.

La gran mayoría de mis viajes los he hecho con solo una mochila de 10 kilos. Con este equipaje he visitado lugares tanto fríos como calurosos, he hecho rutas a pie de varios kilómetros y, por supuesto, he continuado trabajando en remoto.

En este artículo hago una lista detallada y actualizada (con 🌟) de lo que contiene. Y aquí el vídeo donde lo muestro:

Por qué viajo con una mochila de 10 kilos

Dos razones:

  1. Viajar con mochila me da más agilidad a la hora de moverme de un lugar a otro, tanto si es en avión como si es en bus, tren u otro medio de transporte. Sobre todo en países con infraestructuras menos desarrolladas.
  2. Que pese 10 kilos y sus dimensiones evita que tenga que facturarla, con el consiguiente ahorro en el precio de los billetes. Pero también elimino el riesgo de extravío y me da más flexibilidad a la hora de comprar billetes con escalas.

Cómo me organizo las cosas

Mochila negra con un pasaporte encima.
Mochila GoRuck SK40

Tengo 3 mochilas/bolsas:

Tecnología

Airtags de Apple encima de la mesa.
Apple Airtags

Documentos y cartera

Ropa y calzado

Otras cosas

Estuche de vapor de Lekue con verduras dentro.
Estuche de vapor Lekue

(1) Algunos de los enlaces a los productos contienen enlace de afiliado (principalmente de Amazon) lo que significa que si lo adquieres me llevaría una pequeña comisión sin que a ti te afecte en el precio.

(2) En este episodio de mi podcast respondo, entre otras preguntas, a cómo lo hago para viajar con solo una mochila. Hablo más en detalle de la ropa y la cocina.

(3) Esta entrada está en continua revisión. La voy actualizando con cosas que incorporo y nuevos comentarios. Suscríbete para mantenerte al corriente cuando haya cambios 👇

Bosco trabajando desde la habitación de un hotel con la ventana al fondo.

Fondos de inversión, fondos de pensiones... Lugares donde meter el dinero que ahorramos para, ya mayores, vivir de estos ahorros y sus intereses. Mi fondo de inversión más preciado, sin embargo, no es financiero. Es un fondo de recuerdos.

Un diario con más de 3.000 páginas.

Lo abrí hace 10 años. Me descargué una aplicación llamada DayOne y escribí esto:

Poco a poco fui cogiendo el hábito de escribir en 3–4 frases lo que había hecho ese día, lo que me inquietaba, lo que me había producido felicidad. A medida que la aplicación fue evolucionando fui añadiendo fotografías. Esto fue un gran salto porque las fotografías, complementadas por las palabras, me trasladaban al lugar y al momento de manera instantánea.

¿Y por qué lo hago? El objetivo inicial era que fuese un lugar de autoevaluación. Y sí, también lo es y me ha ayudado a ser más consciente e incluso me ha servido como medida de la felicidad. Pero la razón principal es porque entiendo que, igual que llega un día en que ya no podemos trabajar y debemos vivir de las pensiones y los ahorros, llegará un día en que no podré viajar, ni explorar, ni crear ni muchas de las cosas que puedo hacer ahora. Y tendré que vivir de los recuerdos.

¡Pero yo soy muy malo recordando! Además, la memoria es engañosa porque no recuerdas lo que no recuerdas, igual que no sabes lo que no sabes.

Así que, igual que me aseguro de guardar una parte del dinero que gano para el futuro, también me aseguro de guardar los recuerdos de aquello que vivo para revivirlo años después. Es relativamente sencillo: una vez al día empleo unos minutos antes de acostarme en hacer un ingreso en mi fondo de recuerdos.

Alguien podría pensar que esto me hace más conservador o me aísla de la realidad de alguna manera pero, al menos con estos 10 años de experiencia, sucede todo lo contrario: vivo más intensamente. Le doy todavía más valor a las experiencias, consciente de que cada una la vivo y la revivo cuantas veces quiera.

Solo he de abrir el diario y elegir una entrada al azar.

Tengo descrito el encuentro en el que conocí a la que ahora es mi mujer. Tengo descritos todos y cada uno de mis viajes de la última década: los 9 meses recorriendo Asia, los 6 meses viviendo en Japón o estos dos primeros meses de mi vuelta al nomadismo, entre muchos otros. Tengo descritos los últimos días con mi abuela.

Poseo, ahora mismo, 3.300 entradas en mi fondo de recuerdos.

Soy j*didamente rico.

Mi newsletter personal nació de este blog como una manera de «forzarme» a escribir periódicamente y a compartir lo que aprendía emprendiendo, viajando y, en general, viviendo.

A veces compartía lo que publicaba en mi blog sobre minimalismo, proyectos online y viajes. Otras me refugiaba en su efimeridad para abrirme y hablar con un tono mucho más personal y crudo.

Llegué a tener continuidad durante un par de años. Cada domingo la enviaba a más de 2.000 suscriptores y, si tuviera que elegir mi review favorita, sería la de Paulina:

Debo admitir que los domingos espero tu newsletter casi con la misma emoción que espero los capítulos de Juego de Tronos

Eran buenos tiempos. Pero apareció SinOficina y, con ello, otra newsletter a mi lista de redacción.

Al principio eran compatibles. En la news de SinOficina recopilaba una serie de enlaces y recursos sobre emprendimiento online mientras que la personal tenía un formato de micro-ensayo y era más… íntima. Pero poco a poco fui incorporando en la primera y a modo de introducción un pensamiento, una anécdota o algo que me parecía interesante destacar.

Esta pequeña intro se fue alargando. Cada vez me sentía más cómodo compartiendo reflexiones personales en «mi newsletter de trabajo» hasta el punto de que hace unos días confesé en ella que nunca he tenido una vocación y que a raíz de ello he pasado por momentos j*didos en mi vida.

¿Qué sentido tenía seguir manteniendo mi news personal cuando me estaba abriendo de esta manera en la profesional? ¿Qué sentido tenía seguir separando mi vida personal de mi profesional cuando, en mi caso, están tan ligados?

Pero me daba miedo dar el salto.

Siempre he animado a trabajar desde la marca personal. Los proyectos vienen y van, pero la marca personal prevalece. ¿Por qué entonces decido priorizar la news de mi negocio en lugar de la mía propia?

Lo he dicho muchas veces: SinOficina es el proyecto de mi vida. No es solo un coworking online, es un estilo de vida, es mi estilo de vida. Aquel que favorece la libertad en todos sus sentidos frente a la supuesta seguridad del trabajo por cuenta ajena, la fama de las startups unicornios, el conformismo o el ego desmesurado.

Cuando escribo la news de SinOficina hablo de negocios «pequeños», casi unipersonales, con principios y sostenibles en el tiempo. Negocios que no te harán aparecer en Forbes pero que te posibilitan pasar más tiempo con tu familia, viajar cuando tú decides o trabajar a un ritmo que te permite realmente disfrutar de lo que haces.

Hablar de ello abiertamente, además, filtra muy bien a la gente que entra en la comunidad.

Un tuit de Sahil Lavingia animando a crear negocios que podamos publicitar siendo nosotros mismos ha sido la confirmación de que hago bien trasladando esa parte de mí a la comunicación semanal de mi proyecto.

Ha sido el resorte que necesitaba para dar el paso y por eso hoy estoy matando mi newsletter personal.

Y aquí, querido/a lector/a, te doy a elegir:

Puedes no hacer nada y seguir suscrito/a a mi lista de correo BIP (Bosco's Irreverent People). Te avisaré cuando escriba algún artículo (3–4 al año) y para anuncios importantes, como un proyecto sobre minimalismo que tengo en el horno.

O puedes hacer clic aquí para recibir la newsletter de SinOficina cada domingo donde, entre otras cosas, comparto esas reflexiones y aprendizajes que antes compartía por aquí.

Algunas de las últimas hablan sobre multipotenciales, Clubhouse o ambición. Por supuesto siempre podrás darte de baja con un clic.

Sea como sea, gracias por interesarte por lo que escribo.

Durante la presentación del miércoles pasado hice un repaso de lo que habíamos ido haciendo en SinOficina pero, también, de lo que había aprendido durante el camino estos últimos 12 meses.

1 / Tener una “compañía de uno” no significa que lo hagas tú todo

Uno de mis referentes, Paul Jarvis, publicó hace unos meses un libro en el que habla de las “compañías de uno”. Empresas unipersonales que son lo suficientemente pequeñas como para crearlas y mantenerlas una sola persona.

Puede ser un profesional ofreciendo sus servicios online, vendiendo un producto físico o digital, desarrollando un micro-SaaS o, como en el caso de SinOficina, gestionando una web de membresía. No buscan crear el próximo unicornio, sino tener un negocio rentable sin perder la libertad que aporta trabajar en remoto y para uno mismo.

Sin embargo, no tener socios ni empleados no significa que tengas que hacerlo tú todo. Esto lo aprendí yo a la fuerza cuando, hace algo menos de un año, me di cuenta de que empleaba tanto tiempo solo en mantener el proyecto funcionando que no tenía tiempo de implementar las mejoras.

Céntrate en lo que mejor sabes hacer y, el resto, deja que lo haga otra persona. Como el nuevo vídeo de SinOficina:

2 / El cuerpo es un muelle que se rompe si lo estiras demasiado

Relacionado con lo anterior. Hace poco hablaba con un amigo que había montado un negocio online que le estaba funcionando muy bien... hasta que le falló el cuerpo. Síndrome de burn-out y cuadro depresivo.

En mi caso toqué fondo cuando, nada más terminó el evento de Madrid, enfermé unos días. Mi cuerpo dijo «basta».

Este año 2020 estoy aprendiendo de mis errores, pero todavía reconozco que he de trabajar más este punto y cuidar más mi cuerpo.

3 / Evita distracciones

Los concursos de startups son una pérdida de tiempo. Los eventos de networking son una pérdida de tiempo. La mayoría de conferencias y eventos presenciales son una pérdida de tiempo.

No me voy a poner a contar ejemplos aquí. He perdido ya demasiado tiempo.

Céntrate en la única cosa que hará que mejore tu proyecto.

4 / Compite por el largo plazo

John O'Nolan, fundador de Ghost, hablaba de la diferencia entre una startup y un negocio “indie”. Crear una startup es un sprint: conseguir inversión, montar un equipo grande y quemar dinero para crecer más rápido que la competencia.

Crear un negocio independiente es una maratón lenta y difícil. Llegar a crear algo rentable y sostenible en el tiempo sin financiación externa y sin un gran equipo no es algo que se consiga de un día para otro, por más que algunos se empeñen en venderte que sí.

Es construir una empresa en la que te sientas feliz de estar atrapado durante los próximos 20 años.

Será un negocio más lento y, quizás, más aburrido, pero también más resiliente.

Las startups están hechas para ser vendidas. Los negocios independientes están hechos para durar.

—John O'Nolan

Yo, que he elegido este camino con SinOficina, soy consciente que mi carrera será larga y dura. Veo a otros con estrategias cortoplacistas que queman sus audiencias y dañan su marca personal con tácticas de growth hacker de pacotilla. Está bien, cada cual que haga lo que crea.

Pero no es mi carrera. Compito por el largo plazo.

Hace unos meses traté de resumir el camino al éxito en una palabra que pudiese escribir y enmarcar delante de mi escritorio.

Tras darle muchas vueltas y dejar pasar muchos días sin encontrar el término que lograse sintetizarlo todo lo que quería, me inventé uno:

CREÆ.

Es, como imaginas, la fusión de otras dos: CREE y CREA.

Son las dos características que tienen en común todas las personas a quien admiro. Y los dos principios que, a mi modesta escala, me han llevado al punto en el que estoy ahora.

CREE en ti. Cree en tu proyecto, en tu idea, en tus capacidades para llevarlo a cabo.

Cree hasta el punto de cegarte.

Recuerdo cuando era nadador. Mi especialidad eran los 50 y 100 metros libres; las pruebas más rápidas.

En una competición, la piscina se divide en 6 u 8 calles y las centrales son ocupadas por los nadadores más rápidos de cada prueba —por eso en la tele verás los nadadores formando una V horizontal.

Cuando me tocaba nadar en una de las calles de los extremos significaba que mis compañeros de prueba tenían mejores tiempo que yo. En una prueba tan rápida era difícil mejorar mucho los tiempos y superar las calles centrales.

Pero en ese momento no te permites pensar en eso. Olvidas los tiempos, lo racional. Sales a ganar. Te engañas. Porque solo engañándote tienes posibilidades de hacerlo real.

Cuando echo la vista atrás y recuerdo, hace 2 años, presentando SinOficina en directo ante 250 personas y confiando en que un porcentaje de ellas viesen suficiente valor en ello como para pagar… pienso: ¿¡en qué leches estaba pensando!? Todo el mundo me había advertido que nadie en España pagaría por una comunidad online. Y aquí estamos.

Me doy cuenta que ha habido momentos puntuales en mi vida en los que me he “autoengañado”. A veces, incluso, de manera consciente. Me he tomado una pastilla imaginaria que me hacía creer que eso iba a salir bien, que lo iba a lograr.

Y, en muchas de las ocasiones, esa seguridad ha sido determinante.

No sé si la “gente de éxito” tendrá esa confianza en sí mismos de serie o tendrán que usar trucos mentales como yo. Pero sea como sea, estoy seguro que para lograr algo has de creer en ti mismo.

Pero no te puedes quedar solo en la creencia. Tienes que materializar. Producir.

CREAR.

Creer sin crear es quedarte en el misterwonderfulismo. Es llevar años creyendo que tienes una buena idea de negocio y contarlo en cada evento de networking al que asistes o en tu grupo de LinkedIn.

Crear no te garantiza el éxito. Pero te garantiza comprar un boleto. Y aprender con ello.

La gente que admiro crea. J*der, ¡no paran de crear! Crean negocios, crean proyectos, crean contenido que comparten en forma de artículo o de vídeo. ¿Cómo les da tiempo a aprender de tanto y luego, además, compartirlo?

Te cuento un secreto: en muchos casos, crean para aprender.

¿Quieres ser desarrollador web? Desarrolla webs. ¿Quieres ser escritor? Escribe. ¿Quieres tener un negocio exitoso? Monta 9 que no lo serán.

Las personas sobrestiman los beneficios de aprender consumiendo cosas y subestiman los beneficios de aprender haciendo cosas. — David Perell

Crea, aunque solo sea para aprender.

Leer esta reflexión está bien. Crear la tuya será todavía mejor.

¿No crees que puedes hacerlo?

* * *

PD: La imagen es de mi escritorio. He añadido CREÆ a una fotografía de Mark Lamontagne. Si te gusta, puedes descargarlo aquí.

El otro día encontré uno de los primeros CV que hice. Uno en el que llegaba a incluir jornadas o cursos de un día.

IV Jornadas de Arquitectura Sostenible y Bioconstrucción. 6 horas. ¡Ale, pa'l currículum!

Revisándolo, me di cuenta de que se cumplían un par de reglas:

  1. Todos los títulos, cursos y certificados que aparecían allí escritos no tenían ninguna relación con mis conocimientos reales.
  2. No hay ningún título, curso o certificado que confirme los conocimientos que tengo ahora.

Todo lo que sé de diseño gráfico, web, marketing, trabajo en remoto, emprendimiento... todo eso lo he aprendido de leer libros, artículos, emails —sí, suscríbete a la newsletter correcta y al cabo de un año sabrás más de un tema que asistiendo a “cualquier” curso presencial— pero, sobretodo, a través de la experimentación. De la prueba y error.

No hay títulos que certifiquen esto. Ni falta que hace. Si quieres conocer qué sé, mira mi trabajo. Lee mi blog, echa un ojo a mis proyectos o lo que comparto en Twitter.

Y lo mismo que pienso, hago. Me río imaginando lo ridículo que hubiese sido pedirle el CV a Bohdan cuando yo buscaba un desarrollador web, teniendo él una academia de diseño y desarrollo web.

Bohdan, que empezó a estudiar psicología, se suma a una filósofa y dos arquitectos para formar el equipo actual de SinOficina. Perfiles inquietos que hemos ido pivotando profesionalmente. Empecé a colaborar con ellos viendo lo que demostraban en público: lo que creaban, lo que escribían, lo que enseñaban.

La manera en que nos formamos ha cambiado. Antes no había otra que asistir a formaciones presenciales. Pero haber estado allí no es garantía de nada. Ese papel no es garantía de nada.

Ahora, un hilo de Twitter, una respuesta en Quora o un debate en tu comunidad online puede enseñarte tanto o más. La formación es contínua y ubicua. ¿Cómo certificas lo que sabes? Mostrándolo en público. No como un apartado en tu CV sino creando, compartiendo, debatiendo y ayudando constantemente.

Sabes lo que demuestras, no lo que te enseñan.

Hoy no pensaba escribir sobre esto pero ayer fue el Yellow Day, el que se estadísticamente debería ser el día más feliz del año. Y precisamente fue ayer cuando mi amigo Corti publicaba este tweet:

Me recordó, tras hablar con él, a mis “días de mi*rda”.

Una vez al mes tengo un día de mi*rda. Como dice Corti, no es por nada en especial. No es porque haya perdido un contrato importante u otra causa externa concreta. A veces es un cúmulo de pequeñas cosas, pero otras no logro definir la fuente. Simplemente estoy “de bajón”. Me quedo en la cama hasta las tantas o me voy a dar un paseo a solas sin querer hablar con nadie.

A veces creo que los emprendedores funcionamos con un combustible que se asemeja mucho a la fe ciega en uno mismo. Solo así entendería que existan personas que deciden montar una startup o un restaurante cuando el índice de fracaso es mayor al 80%.

Quizás los días de mi*rda son aquellos en los que “se te cala el motor”. Pierdes temporalmente la fe. Dudas. Pierdes el equilibrio. Pánico escénico. ¿Qué mi*rdas estoy haciendo? ¿Estoy construyendo algo grande o son castillos de naipes? Mira ese. Lo ha logrado. Y en menos tiempo. ¿Y si este no es mi camino? ¿Y si me canso? ¿Y si no llego? ¿Y si lo mando todo a la mi*rda y vuelvo a coger la mochila?

O quizás es otra cosa. ¿Sabes lo de «un gran poder conlleva una gran responsabilidad»? Siento que, a escala individual, el poder de la libertad conlleva la responsabilidad de decidir. Cuanto más libre eres, más decisiones puedes tomar. Y más decisiones debes tomar en tu día a día.

No sé si esa es la causa de los días de mi*rda. Si es agotamiento, pérdida de fe u otra razón totalmente distinta. Lo que sí creo conventiente es que se hable de ello, como ha hecho Corti. Como hice la semana pasada hablando de bloqueos mentales o con Pablo Moratinos hablando de momentos de inseguridad.

Normalicemos la vulnerabilidad.

La gente dice que soy ordenado. Ven una foto de mi escritorio aparentemente liberado de objetos innecesarios y piensa que soy un tío organizado. Yo creo que no tiene mérito, que en realidad es consecuencia de poseer poco, pero, lo que es seguro, es que no siempre fue así.

De crío, mi habitación era un caos. Tenía cierta tendencia a acumular objetos que me llamaban la atención. Tendencia que mi madre hizo desaparecer con los años a base de broncas cada vez que me obligaba a ordenarlo.

Increíblemente, por muy bien que ordenase el cuarto, a los pocos días aquello volvía a ser un vertedero. ¿Cómo era posible?

Lo entendí ya de mayor cuando me dieron a conocer, en una clase de física, el segundo principio de la termodinámica: el universo (y mi habitación formaba parte de él) tiende, con el tiempo, a aumentar en entropía. Tiende al caos, al desorden.

Así que parecía necesario que, de cuando en cuando, dedicase algo de tiempo a ordenarlo o, inevitablemente, desembocaría en la creación de un agujero negro interestelar con el bajo de mi cama como centro gravitacional.

Pura astrofísica.

Con los años me he dado cuenta que mi cabeza es como mi habitación. Está constantemente coleccionando ideas, información, aprendizajes.

Y también me he dado cuenta que escribir es ordenarla.

Cada vez que escribo, como estoy escribiendo ahora, hago un ejercicio de ordenar ideas, de sintetizar y de exponerlas de manera que tengan sentido para mí y para el que las lee. Es como si esas ideas fuesen objetos físicos que arrojo de cualquier manera en una habitación en el momento en que llegan y que, días después, dedico un tiempo a recogerlas una a una, tirar las que ya no sirven y etiqueto y almaceno correctamente las que sí.

¿Tiene sentido? ¿Te ocurre a ti también?

Por eso me cabreo cuando, excusándome en que estoy liado con SinOficina, SinCódigo o cualquier otro proyecto, dejo que pase el tiempo sin publicar en mi blog. Avanzo, sí, pero a medio plazo siento que me quedo sin ideas y que voy como pollo sin cabeza.

No sé si esto le pasará a otra gente y si el consejo de escribir un blog (o crear algún tipo de contenido en otro formato) es para todo el mundo. Quizás te sirva, quizás no (¿lo has probado?). A mí me ayuda y que me esforzaré por seguir haciéndolo. El próximo domingo más.

Acababa de hacer una videollamada con uno de los fundadores y había ido genial. Estábamos en el mismo rollo y teníamos ganas de crear algo bajo el paraguas de ambas marcas.

Como siempre hago cuando me enfrento a la decisión de involucrarme en un proyecto nuevo, me enfrenté a Las Preguntas.

Soy de los que piensan que si aceptas todo lo que te llega (la primera oferta de trabajo, una propuesta de negocio, etc.) estás dejando que sean otros los que diseñen tu carrera profesional. Que es necesario decir unas cuantas veces «no» para disponer del tiempo y la energía en buscar los «síes» con los que nos sentiremos más realizados.

Para saber a qué decir que sí y a qué decir que no, periódicamente me hago una serie de preguntas cuyas respuestas me ayudan a decidir mejor cuando me enfrento a la posibilidad de invertir mi tiempo en un nuevo proyecto.

Pero ese día me sentía más creativo, así que se me ocurrió plasmarlas en una especie de matriz y compartirlo en Twitter. Hoy lo explico en detalle.

Los elementos de la matriz VOCA

No todos los elementos tienen el mismo peso. Los comento en orden de quebrantabilidad (¿existe esa palabra?).

1 / Qué me guía (valores)

¿Te has parado alguna vez a escribir los valores que consideras más importantes en tu vida? Conocerlos te permitirá saber con qué proyectos, trabajos o negocios te vas a sentir cómodo y con cuáles no.

Descarta aquellos que causen conflicto con uno de tus valores. Esta es inquebrantable.

2 / Qué se me da bien (habilidades)

Unos son buenos escuchando, otros convenciendo. Unos son buenos pensadores lógicos, otros idean soluciones más creativas. Unos hablan bien en público, otros tienen una disciplina envidiable.

Involucrarte en un proyecto que no emplea tus habilidades, tus fortalezas, es partir con desventaja, ya que habrá otros competidores que sí lo hagan.

No es inquebrantable, pero no se me ocurre ninguna razón por la que no debas poner tus habilidades en juego.

3 / Qué sé (conocimientos)

Lo diferencio de las habilidades porque estas últimas, aunque se pueden perfeccionar, es más difícil hacerlo que adquirir nuevo conocimiento.

Listar qué conocimientos posees ahora es útil, pero no debería ser un impedimento a la hora de iniciar o de sumarte a un proyecto.

Por ejemplo, cuando pensé en crear SinOficina había mucho que tuve que aprender: buena parte de desarrollo web pero, sobretodo, de marketing digital.

Por eso, aunque quebrantable, has de tener muy en cuenta que requerirá de una inversión de tiempo extra. Según tu situación es algo que puedes permitirte o no.

También es importante tratar de adivinar si esos conocimientos adquiridos son reinvertibles en otros proyectos o no. Por ejemplo: yo sé que todo lo que he aprendido de diseño web y marketing podrá ser aplicado en el próximo proyecto, incluso aunque SinOficina no hubiese funcionado.

4 / Qué me apasiona (hobbies)

No quiere decir que tu trabajo sea un hobbie, sino que listar tus aficiones te puede dar una idea de si lo que haces en ese proyecto te apasionará.

Quebrantable, pero temporalmente.

Todos hemos tenido que pasar por trabajos o proyectos que no nos apasionaban en absoluto. En muchas ocasiones hay que aceptarlos porque necesitamos más ingresos, autoridad, visibilidad o influencia. En mi caso intento que sea algo muy puntual y temporal.

Eso es todo. Esta es la manera en la que tomo decisiones. Algunos me diréis que es muy similar al Ikigai. Pero con esto intento separar lo externo —la viabilidad del proyecto— que evalúo en un filtro anterior, para quedarme solo con el impacto o la relación entre el proyecto y yo.

¿Y el nombre?

Me pareció apropiado utilizar el acrónimo VOCA (Valores, hObbies, Conocimiento, hAbilidades) para nombrar la matriz, siendo además el principio de la palabra «vocación».

Porque, ¿qué es la vocación si no algo que emplea tus habilidades y conocimientos, alineado con tus valores y que te apasiona?

Es la segunda vez que intento escribir una entrada que reuniese mis logros personales del 2019 como ya hice en años anteriores (2015, 2016, 2017, 2018). La primera vez no fui capaz de publicarla porque me daba la sensación de que solo lo hacía para demostrar lo bien que me ha ido.

Hay una delgada línea entra la inspiración y el postureo. A veces es difícil encontrar el equilibrio.

Así que en esta lo volveré a intentar, pero incluyendo en cada logro un aprendizaje o dándole contexto para que se entienda qué ha habido realmente detrás de ese hito.

El 2019 empezó con un proyecto, SinOficina, “recién” lanzado con apenas medio centenar de suscriptores y, 12 meses después, ha terminado con la organización de un evento presencial y con más de 350 miembros.

¿Cómo llegué a eso? Con trabajo, mucho trabajo.

Por una parte, aportando valor constantemente a los miembros de la comunidad, ya que la principal herramienta de crecimiento ha sido la recomendación de los propios miembros. El mejor marketing es el que se basa en mejorar el producto.

Por otra parte, probando distintos canales de difusión: en enero comencé el podcast diario de SinOficina que mantuve hasta los 100 episodios y terminando con la entrevista en persona a Brian Gardner. Pero también apareciendo en otros canales, creando la newsletter, yendo a eventos o haciendo marketing de guerrilla. Aprendizaje: experimenta, prueba cosas diferentes a lo que está haciendo el resto.

Aunque la mayor parte del tiempo estuve volcado en SinOficina, también tuve tiempo de crear alguna que otra cosilla dentro de mi reto de lanzar proyectos en menos de 24 horas:

Ángel y yo lanzamos Vendehumos.com en marzo. Queríamos fomentar un marketing más ético y que utilizase argumentos más transparentes y honestos. A día de hoy lleva analizadas +15.000 páginas de venta.

En abril presenté AdoptaUnExperto.org y me becaron para hacer una formación en emprendimiento social en Birmingham. En AUE se han hecho una docena de adopciones que sirvieron para validar el proyecto, pero he de sacar tiempo para darle una vuelta y automatizar mejor el proceso.

En noviembre lancé SinCódigo y tuvo una recepción increíble: en pocos días había +800 personas suscritas a la lista de correo. Este será uno de los proyectos claves para el 2020.

Aprendizaje: crea. En SinOficina lo digo cada semana: somos makers, no dreamers. Unos proyectos han funcionado mejor que otros, pero la mejor manera de aprender es haciendo.

Vista de Chicago al atardecer desde uno de sus rascacielos.

También he viajado, sobretodo por España, aprovechando los eventos a los que he asistido. Pero pude sacar un mes en mayo para recorrer Chicago y la Costa Este de Estados Unidos.

Fue un momento importante porque comprobé a la fuerza que, en realidad, no eran necesarias las 10-12 horas al día que le estaba dedicando al trabajo. Volví con las prioridades más claras.

Aprendizaje: trabajar para uno mismo es duro y, a menudo, eres tu peor jefe. Es importante tratarse bien. Emprender es un camino a largo plazo y si te quemas al principio no llegas a nada.

De hecho, el año pasado comencé a delegar parte del trabajo de SinOficina. Bohdan cogió las riendas de la parte web y María me ayudó con la organización del evento. Estoy tan contento con la decisión que ya estoy buscando otra persona para la redacción.

En fin, que el 2019 ha sido un gran año. Un año que comencé con este tweet: «Por primera vez en mi vida comienzo el año nuevo sin la sensación de estar completamente perdido». Uno en el que el proyecto de SinOficina ha madurado, alcanzando la rentabilidad y demostrado que va para largo.

Si tuviese que condensar los aprendizajes de los últimos meses en un par de consejos serían estos:

  1. Trabaja, pero trabaja inteligentemente. Detente cada cierto tiempo a pensar si no existe otra manera de hacer las cosas, diferente al resto.
  2. Conecta, pero conecta proactivamente. No se trata de ir a eventos de networking a repartir tarjetas, si no de establecer lazos profesionales más profundos en los que te intereses genuinamente por su éxito.

El 2020 será interesante. Tengo varias ideas para expandir SinOficina, muchas ganas de lanzar el programa de SinCódigo y varios viajes marcados en el mapa. Pero la semana que viene me estreno como ponente en una charla TEDx y espero que sea un buen recuerdo en la revisión del 2020. Ya os contaré en la próxima entrada.

* * *

PS: Ya no me da para escribir todos los domingos en mi blog, pero sí lo hago en la newsletter de SinOficina, incorporando una reflexión personal antes de pasar a compartir recursos o artículos interesantes. Aquí un ejemplo. Suscríbete si te parece interesante.

Hace 6 años que me gradué como arquitecto. Y hasta hace 2 años todavía pensaba que, de una manera u otra, trabajaría en algún proyecto relacionado con la arquitectura. Un tercio de mi vida lo había empleado formándome en ello.

Y, sin embargo, hace poco más de un mes estaba en Madrid presentando un evento sobre trabajo en remoto ante 150 personas para cerrar un año increíble con SinOficina, un... ¿coworking online? Cómo se pasa de una cosa a otra en apenas 2 años es algo que contaré otro día. Hoy quiero compartir cómo viví el evento desde dentro y desde el principio.

¿Un evento?

En los 12 meses desde que lancé SinOficina habíamos crecido hasta los +350 miembros. Freelance y emprendedores que compartíamos, colaborábamos y crecíamos juntos. Todo online.

Con el buen rollo que se había creado, en las ciudades más grandes se empezaron a formar sub-grupos que hacían quedadas, se reunían para trabajar o iban a eventos juntos.

Empezamos a masticar la idea de organizar un evento general para desvirtualizarnos y conocer a los “compañeros de trabajo” con los que hablábamos diariamente pero nunca habíamos visto en persona.

Pero, ¿un evento? ¿de qué tipo? ¿una quedada informal en un parque o algo “de verdad”? ¿no era muy pronto? Yo nunca había organizado un evento, ni siquiera como parte de un equipo. De hecho, nunca organizo nada. Soy un desastre.

Pero la comunidad lo merecía, así que me tiré a la piscina. ¿Qué podía salir mal? Me parecía que mucho. Ahí estaban los miedos que suelen aparecer en estos casos: ¿quién c*jones era yo para hacer venir a esta gente desde sus casas en Escocia o Canarias, con lo bien que se está allí en invierno? ¿y si no viene nadie? ¿perdería la credibilidad de cara a los siguientes?

Pero salió bien y se agotaron todas las entradas a un mes y medio antes del evento. Los ponentes dijeron que sí, los patrocinadores dijeron que sí y los asistentes, vosotros, dijisteis que sí. Que un evento de comunidad pero también de referencia para hablar de trabajo en remoto en España era necesario e iba a ser apoyado.

Los preparativos

Si toda esta movida salió bien fue porque durante todo este tiempo tuve a Corti a mi izquierda y a María a mi derecha.

Hubo mucho curro. Mucho. Era nuestro (mi) primer evento y, para muchas cosas íbamos a ciegas. No éramos una marca conocida como puede ser WordPress. No sabíamos con cuántos patrocinadores podríamos contar y, por tanto, con qué presupuesto. Así que no delegamos nada.

Contactamos con ponentes, patrocinadores, proveedores, espacios (para el evento, para la comida, para la cena del día anterior), gestionamos el transporte y alojamiento de ponentes, diseñamos todo el merchandising (flyers, acreditaciones, roll-ups y hasta una app del evento).

También ideamos y diseñamos una especie de gincana-escape-room que llamamos Escape The Office. Los 150 asistentes estaban divididos entre las 20 plantas de un edificio de oficinas del que tenían que escapar, montar un negocio online e irse a vivir a Bali (como colofón de cliché). Esto completando una serie de pruebas que pensamos para desarrollar las habilidades blandas: comunicación, trabajo en equipo, resolución de problemas y creatividad, entre otras.

Poco a poco y con mucho mimo fueron saliendo las cosas. Hubo algún que otro susto y el día anterior del evento fue una auténtica gincana propia para llegar a todo y dejarlo listo.

Y casi sin quererlo llegó...

El día del evento

14 de diciembre en Madrid. Un día soleado. El día anterior habíamos organizado una “cena de no-empresa” —para los que somos freelance y no nos invitan a cenas de empresa— a la que asistimos 65 sinoficiners y donde nos conocimos muchos.

La mañana del evento llegamos 45 minutos antes de la apertura de puertas para prepararlo todo a contrarreloj: el puesto de acreditaciones, las sillas del auditorio, el equipo audiovisual, el catering... Los asistentes empezáis a llegar. Todo marcha.

Después de que Jorge nos activase con 10 minutos de semi-yoga, uno tras otro fueron pasando los ponentes por el escenario. Yo había elegido ponentes que tuviesen relación con el trabajo en remoto, claro, pero también —y esto no lo saben ellos— con cuyos valores conectaba. Profesionales que hablaban de transparencia, de excelencia, de cultura de equipo, de conciliación y que fomentaban una cultura de trabajo sana, alejándome de esas ponencias donde solo se habla de facturaciones sin importar el cómo ni el porqué.

Así, nos acompañaron Víctor Rodado y Pepe Martín, Valentina Thörner, Edu Salado, Wences García, David Blay, José M. Gilgado, Carlos Hernández.

El susto vino cuando Khoana me avisa de que el catering del café no llega. No nos cogen el teléfono. No aparecen. Me toca salir a decir que no iba a haber café. Más adelante nos dijeron que el repartidor había tenido un problema personal y no había avisado a nadie. De esto aprendimos que, aunque lo lleves todo organizado al milímetro, siempre hay cosas que escapan a tu control. Lo único que queda es comunicarlo y pedir disculpas.

El EscapeTheOffice fue un éxito. Para muchos un momento para volver a ser niños. ¿Cuántas veces al año nos permitimos eso? Me dio una envidia brutal no estar participando, aunque me lo pasé bien corrigiendo las respuestas. La semana pasada pudimos, por fin, anunciar los ganadores.

Con la última ponencia y el cierre y despedida terminó el evento... ¡o no! Porque con la entrada de varios patrocinadores vimos que nos sobraba dinero, así que pensamos: ¿cómo podría terminar el evento a lo grande? Estaba clarísimo: de la misma manera que celebro yo los éxitos y me repongo de los fracasos contratiempos.

De la mejor manera posible. De la única manera posible.

Con pizza.

Y cervezas, claro. Y así estuvimos +3 horas comiendo y bebiendo hasta que cerramos Talent Garden y seguimos en el bar de enfrente.

No podía haber imaginado un primer evento mejor que el que vivimos.

¿Habrá evento este año?

Si todo salió bien fue gracias a mucha gente. María y Corti, pero también Khoana, que estuvo todo el día ayudándonos; o Bohdan y demás sinoficiners que nos echaron una mano durante la apertura de puertas. Fue gracias, por supuesto, a los 11 patrocinadores, como Joan Boluda, Soloimprenta, Talent Garden o FotografíaEcommerce, que hicieron posible que rebajásemos el precio de la entrada a 20€ cuando el coste por asistente era de 5 veces más.

Fue gracias a los ponentes que confiaron en mí y dijeron que sí los primeros. Y fue gracias, cómo no, a los 150 asistentes que vinisteis y que le disteis sentido a todo el trabajo anterior.

Este año volveremos a hacerlo. Todavía no sabemos ni cómo ni cuándo (estate al corriente) pero sí puedo asegurar que contará con los 3 elementos imprescindibles a partir de ahora en todo evento SinOficina: ponentes con valores, una competición por equipos... ¡y pizza!

¿Suena bien?

Hace unas semanas decidí eliminar los comentarios en mi blog. Algunos lo notasteis y me escribisteis, así que lo comento por aquí.

Las razones son dos. La primera es fácil: por tiempo.

Estos últimos meses la distribución de mi tiempo ha ido cambiando continuamente. Y digo «cambiando» porque el tiempo es como la energía: no puedes crearlo de la nada. De ahí que sea tan importante tener claras las prioridades para emplearlo en lo que más te aporta, profesional y personalmente.

Dejé el trabajo con clientes para dedicar ese tiempo a impulsar y hacer crecer SinOficina. Conseguida cierta tracción, ahora dedico mi tiempo a organizar el evento anual y a lanzar y hacer crecer SinCódigo.

Pero hay una cosa que si no gestionas bien te come el tiempo: la comunicación. WhatsApp, email, Telegram, Slack, comentarios en blogs, redes sociales, Twitter, herramientas de gestión de proyectos... Saltas de una a otra y siempre hay mensajes que responder, casi nunca importantes. Pero cuando te das cuenta ha pasado la mañana.

Así que en mi obsesión de simplificar todo lo que me rodea, también lo he hecho con las comunicaciones hasta reducirlas principalmente a cuatro: Email, WhatsApp (solo personal), Twitter y el Slack de SinOficina. Ya hablaremos de con qué frecuencia consulto cada uno de los canales.

Como en toda simplificación siempre hay sacrificios. El tiempo es limitado. Por el camino quedaron el resto de redes sociales y los comentarios del blog, entre otras cosas.

La segunda razón es algo más complicada...

El hecho de haber dejado de mostrar desde hace tiempo el número de veces que se ha compartido la entrada en los botones sociales y, ahora, el número de comentarios, hace que elimine la sensación de que cada artículo que publico tiene que competir contra los anteriores.

Hace que me quite de la cabeza poder pensar «vaya, ¿solo 4 comentarios? ¿ya no gustará lo que escribo?». Algo parecido deben estar pensando en Instagram.

Lo he dicho varias veces: este blog es para mí. Y con esto me lo recuerdo a mí mismo. Quiero disfrutar escribiendo sin pensar en que un artículo tenga que tener por c*jones una imagen, un título seoptimizado y que busque la viralización a toda costa. Eso ya lo haré en mis otros proyectos.

Esto no significa de que pase de quien me lee. Contesto todos los emails que responden a la newsletter. Pero eso: por email.

La simplificación es parte del minimalismo y éste no está limitado a la cantidad de ropa que tengo en el armario. Información, comunicación, relaciones... La simplificación deja ir elementos de tu vida para otorgar más valor y tiempo a los que quedan en ella.

Algún día simplificaré mis proyectos, lo prometo.

Estaba el otro día en un evento cuando se me acercó un chico y, después de una breve introducción, empezó a contarme la idea que tenía desde hacía meses. Me preguntó si yo pensaba que era una buena idea.

—Yo ya no creo en las buenas o malas ideas —le dije, —creo en las ideas que sobreviven al mercado. Por mucho tiempo que pases preguntándole a “expertos” si tu idea va a funcionar, eso no te asegura nada. Mejor emplea ese tiempo en crearla, lanzarla y ver cómo reacciona el público al que va dirigido.

—Ya, pero es que no tengo tiempo ni dinero para contratar a un programador...

¡Boom! Ahí la tenía la misma respuesta que me dan en la mayoría de las situaciones similares a esta.

Yo mismo, cuando hace años estuve en un programa de emprendimiento, cometí el error de pasar 6 meses en mi burbuja de planes de empresa, tablas de Excel y esquemas chulísimos que me distrajeron de lo verdaderamente importante: materializar la idea. ¿Por qué? Porque entonces podrás mostrarlo a tu target y validar si realmente hay interés por tu producto. Podrás ver si la gente está dispuesta a pagar por él.

Pero claro, materializar la idea supone muchos meses de trabajo, contratar o tener como socio a un desarrollador... ¿verdad?

No. En muchos casos no.

Primero, materializar la idea no significa lanzar el primer día la versión completa de todo lo que tienes en la cabeza. Significa simplificarla hasta dejarla únicamente con lo necesario para que el producto resuelva el problema para el que ha sido diseñado. El Mínimo Producto Viable o MPV.

Segundo, en muchos casos puedes evitarte meses de desarrollo lanzando una web bien optimizada para móvil o una aplicación web en lugar de una aplicación nativa, o empezando con un grupo de Telegram en lugar de una red social a medida. Recuerda que lo importante aquí es validar el interés de tu público en que resuelvas su problema. E ir implementando mejoras y creciendo con ellos a partir de ahí.

De hecho, en los últimos años han surgido una buena cantidad de herramientas con el objetivo de facilitar la creación de productos sin tener que saber programar. Ryan Hoover, fundador de Product Hunt, anunciaba a comienzos de año el ascenso del movimiento “sin código”.

Un carro al que me subí hace poco más de un año con el reto de crear 12 proyectos online dedicando menos de 24 horas a cada uno precisamente como ejercicio de exploración de nuevas herramientas y demostrar que es posible materializar ideas en muy poco tiempo.

En los 7 proyectos que llevo lanzados he utilizado herramientas como Carrd, WordPress, Airtable, Zapier, Telegram, Mailchimp, Webflow, Loom, Backpack o Stripe. Saber los límites de cada una, cuándo y para qué utilizarlas es clave para no perder tiempo y recursos.

De ahí que haya decidido lanzar SinCódigo, un lugar desde donde compartiré experimentos, tutoriales y ejemplos de negocios online “sin código” con los cuales aprender e inspirarte para lanzar tu idea más rápido y sin tener aprender a programar.

—Pero, Bosco... ¿qué tienes en contra de los programadores?

¡Nada! Tienen toda mi admiración (y un poco de envidia, la verdad). Mi objetivo con SinCódigo es que no sea un impedimento para aquellos que no quieren o no tienen tiempo de aprender a programar pero quieren tener la oportunidad de emprender online.

Pieter Levels (NomadList, RemoteOK) pronosticaba en su blog que en un futuro escribir código será como ahora hacer fotos con una cámara réflex, y que crear productos “sin código” será como hacerlas con el smartphone. Es decir, que la gran mayoría de emprendedores podrán hacerlo “sin código” y que el desarrollo a medida estará reservado a un sector profesional muy acotado.

—Pero, Bosco... ¿me estás diciendo que puedo emprender online fácilmente y facturar 6 cifras en 3 meses?

Ejem... ejem... No. Esto no va de eso, ya me conoces. Materializar tu idea es una cosa. Lo buena que sea la idea, lo importante que sea el problema que resuelve, lo buena que sea tu solución, lo bueno que sea tu copy para venderla, lo bueno/a que seas tú para promocionarla... es lo que hará que triunfe.

Eso sí, en SinCódigo aprenderás las herramientas y metodologías para reducir el tiempo entre la ideación y el lanzamiento, y así poder emplearlo en lo demás o pivotar hacia otras ideas.

Será en formato newsletter semanal y la primera y más importante la enviaré el próximo miércoles. Entra en la web de SinCódigo y apúntate con tu correo.

¡Empezamossss!

* * *

PS: ¿Me ayudas a llegar a más gente? Aquí tienes mi tweet. ¡Te lo agradezco!

A mitad de año se me cruzaron los cables: decidí organizar un evento.

Pero empecemos por el principio.

Cuando ideé SinOficina como coworking online, el objetivo era que te permitiese contar siempre con el apoyo de tus compañeros estés donde estés, sí, pero sin que esto sustituyese las relaciones cara a cara.

Por eso creé los sub-grupos por ciudades. Así era más fácil hacer quedadas locales para trabajar, ir a eventos juntos o simplemente tomar algo y conocernos.

Pero había que hacer algo más. Algo que nos uniese a todos al menos una vez al año para desvirtualizar y “bajar a tierra” ese buen rollo que se vivía en la plataforma online. Y surgió la idea de hacer el evento SinOficina.

¿De qué trataría un evento para gente que trabaja sin oficina? Evidentemente, de trabajo en remoto. No había en España ningún evento profesional sobre el tema dirigido al público hispanohablante.

Fácil, ¿verdad? ¡Juas! No sabía dónde me metía.

Hoy, varios meses más tarde —y a falta de mes y medio para el 14 de diciembre— ya soy plenamente consciente de la locura que es organizar un evento. Sobretodo cuando es tu primer evento. Con ese monstruo interno llamado miedo susurrándote al oído: “¿Y si no viene nadie? ¿Y si a nadie le interesa? ¿Y si fracasas?”.

Por fuera das la impresión de que todo va a salir bien; por dentro eres un mar de dudas e inseguridades.

Pero tener cerca a María y a Corti, contar con el apoyo de Juan, la inspiración de mis amigos de Product Hackers y la ilusión de la comunidad hacía que creyese que era posible organizar un evento como este tan solo un año después de lanzar el proyecto de SinOficina.

Día a día iba viendo que la gente respondía, que confiaba en esto y pensaba: “¡j*der! ¡que esto es real! ¡que lo estamos haciendo!”.

Los ponentes respondieron y se subieron al carro enseguida. Vienen a Madrid desde Canarias, Barcelona, Valencia o Cantabria a compartir sus experiencias liderando equipos de trabajadores en remoto.

Los patrocinadores también respondieron. La entrada al evento cuesta 19€ e iba a ser necesaria la ayuda de patrocinadores para cubrir los costes. Es curioso que cuando vas a eventos ves a los patrocinadores como “los pesados de la publicidad”, pero cuando estás organizando un evento te das cuenta del papel tan importante que tienen en hacerlo realidad y nunca más los vuelves a ver de la misma manera.

Y lo más importante: la comunidad de freelance, emprendedores y teletrabajadores también respondió. La primera semana se vendieron un tercio de las entradas y hoy solo quedan 22 de las 150 plazas disponibles.

No sé exactamente qué conclusión sacar de este artículo. O si hay alguna. Es raro compartir reflexiones de un evento que no se ha realizado todavía pero todo esto también es parte del camino.

Todos los miedos, todos los nervios y todo el esfuerzo que hay detrás. Pero también la ilusión y el darse cuenta de que no es el universo el que conspira a tu favor, son las personas de las que te rodeas.

* * *

PS: No hay mejor momento que este para invitarte a venir al evento. Si eres freelance, emprendedor online o trabajas por cuenta ajena en remoto.. ¡vente! Trabajes desde casa, desde un coworking o desde la cafetería moderna de tu barrio. El evento está abierto a todo el mundo y no es necesario que formes parte de SinOficina.

Las ponencias molarán, pero además hemos preparado con mucho mimo actividades de networking y otras sorpresas para que te vayas de allí habiendo conocido a otros profesionales con los que crear sinergias mucha buena gente con la que pasar un gran sábado.

Échale un ojo y apúntate. ¡Pero rápido que apenas quedan entradas!

Estos últimos días le estoy dando muchas vueltas a la cabeza pensando en qué camino seguir con SinOficina a partir de ahora.

Hace tiempo que me di cuenta de que el crecimiento del coworking online iba a tocar techo algún día, lo que no esperaba es que fuese tan pronto. Ahora somos 350 y veo claro que ese límite será, estirando mucho, 500 miembros.

Cuando montas un negocio físico entiendes que hay ciertos límites. Si montas una cafetería vas a estar limitado por el tamaño del local. Como mucho podrás alquilar/comprar el local de al lado para ampliarlo, pero no mucho más. Cuando montas un proyecto online no te planteas que tenga un techo de crecimiento más allá del tamaño de mercado.

He hablado con otros compañeros y pensado varias maneras de esquivar estos límites y tratar de seguir creciendo con SinOficina bajo el concepto de coworking online, pero ninguna permanecía fiel a los principios con los que empecé el proyecto. Al final, un coworking online se basa fundamentalmente en la colaboración y la co-creación entre miembros de la comunidad. Y para que ese sentimiento de comunidad no se pierda y se convierta en una simple red social, ha de haber un límite de personas implicadas aunque no existan un límite espacial.

Por eso creo —sin ser el único ni mucho menos— que en unos años las redes sociales irán perdiendo importancia en relación a las comunidades online. Agrupaciones de personas en torno a temáticas concretas o valores comunes donde sus miembros conectan online de una manera más profunda que como lo harían en Facebook o Instagram. Con una monetización más transparente que la de utilizar nuestros datos personales y de comportamiento para ser carne de anunciantes en plataformas diseñadas para que gastemos nuestro tiempo en ellas.

Entonces, ¿qué pasará cuando lleguemos a 500?

Que no podamos crecer en miembros dentro del coworking online de SinOficina no significa que no pueda seguir creciendo de otras maneras. Se me ocurren dos:

Primero, bajo la marca SinOficina, proponiendo soluciones para un mercado cada vez más grande de trabajadores en remoto, freelance y emprendedores online. El Evento SinOficina es un ejemplo, pero hay más ideas en la recámara que me apetece mucho ir explorando y que iré compartiendo por aquí.

Segundo, bajo mi marca personal, continuando con el reto 12×24h como ejemplo de la metodología lean aplicada a la creación de proyectos online y creando otros proyectos relacionados con el autoconocimiento, la experimentación y el minimalismo.

Siento que mi camino emprendedor cada vez se asemeja más a un viaje sin billete de retorno. Explorando distintos países y decidiendo el siguiente sobre la marcha.

Sin saber muy bien dónde acabará todo y con el único objetivo de aprender, compartir y disfrutar de la aventura.

* * *

PS: La foto es de una de las playas en Mallorca, donde estuve 4-5 días visitando unos amigos y tratando de desconectar pensando en estas cosas.