El sábado pasado estuve como ponente en el DNX de Barcelona, el evento sobre nomadismo digital más importante de habla hispana y en el que participamos alrededor de 30 conferenciantes.

Durante la ponencia en la Nau Bostik de Barcelona. Foto de Carlos Suárez

No me considero un nómada digital 100%. Ya no voy saltando de país en país indefinidamente sino que tengo una base más o menos definida en Murcia y desde ahí organizo las escapadas. De hecho, llegaba a Barcelona desde Leópolis (Ucrania), después de haber pasado un mes recorriendo Europa Central, y en apenas una semana estaré volando a El Salvador para pasar 3 meses en Centroamérica y parte norte de Sudamérica.

Todo esto, obviamente, lo hago con el portátil a cuestas y sin dejar de lado mi trabajo como diseñador web y consultor de marca personal, así que algo sé de trabajar en remoto.

Cuando hace un par de meses Nicolás, el organizador, me invitó a dar una ponencia en el DNX yo no dudé demasiado en elegir el tema del que iba a hablar: Marca Personal.

En un evento (y en general, en un mundo) en el que se habla tanto de negocios digitales e ingresos pasivos como si fuesen la panacea, quise aportar un poco de cordura para hablar de autenticidad, transparencia, marketing ético y confianza. Titulé mi ponencia “F*ck yeah! Cómo conseguir engagement con tu audiencia y por qué la autenticidad de tu marca personal es el mejor camino a largo plazo” y quería compartir contigo algunos de los puntos que traté.

Durante la primera parte hice un breve recorrido sobre cómo pasé de salir de la universidad con un título de arquitecto bajo el brazo a estar hablando en ese evento. Mucho tiene que ver el proceso de desarrollo de la Marca Personal: primero, conociéndome —viajando, pasando tiempo conmigo mismo— y segundo, mostrándome —entre otras cosas en este blog— para conectar con personas con mis mismas ideas e inquietudes.

No tengo una audiencia grande pero sí comprometida. Más de 200 personas invirtieron su tiempo en contestar una encuesta y ayudarme a sacar adelante SinOficina. Esto me sigue pareciendo increíble. Y creo estoy seguro de que es simplemente porque el compromiso es recíproco.

Comprometerte con tu audiencia significa, entre otras cosas, ser honesto y transparente. Decir lo que piensas y vivir acorde. Significa mostrarte vulnerable algunas veces y mostrar también las partes menos bonitas (viajo mucho, sí, pero meto muuuuuchas horas en mi trabajo).

Y, por supuesto, significa no tratar a tu audiencia como gilip****s cuando llega la hora de vender.

Me refiero, por ejemplo, a esas páginas de venta kilométricas donde no encuentras el precio hasta casi el final, que además está tachado y reducido de manera exagerada (¡por tiempo limitado!). Páginas llenas de copy de teletienda casposo y manipulador que habla de grandes cambios en tu vida, sueños y oportunidades que no puedes dejar escapar.

La venta no es algo malo que hay que ocultar o camuflar. Es algo necesario para seguir viviendo de tu trabajo. Y el factor o la condición más determinante para que se produzca es la confianza.

Una confianza no se gana con una landing page trabajada. Sino como se gana entre amigos: con honestidad, valores y tiempo. La confianza es el fruto de varias interacciones en las que te muestras de manera auténtica, mostrando una serie de valores que conectan con los de tu audiencia.

Porque tu objetivo no debería ser llegar a una audiencia enorme y general sino llegar a conectar de verdad con una audiencia más pequeña pero comprometida con tu manera de trabajar.

Para terminar, hablé de cómo entendía la relación con la audiencia como una relación de alianza entre iguales. Yo simplemente soy un “materializador”. Alguien que escucha, identifica patrones en las necesidades de su comunidad para, junto a ella, crear algo de valor para todos.

En la charla también tuve tiempo de mostrar un poco del proyecto cuya primera versión lancé dos días antes del evento: SinOficina. Precisamente porque está dirigido a gente que quiere o que, como yo, está trabajando en remoto. Off-topic: voy a enviar la primera newsletter con los mejores artículos seleccionados sobre trabajar en remoto, ofertas de empleo y novedades de la plataforma. El registro es gratuito.

Lo cierto es que disfruté mucho del evento. Tuve la oportunidad de desvirtualizar a gente que con la que ya había tratado online y conocer otra nueva e interesante. Y, aunque todavía con muchas cosas a mejorar, quedé satisfecho con la ponencia.

Que sí, que también vi mucho humo y fotos de portátiles en la playa, pero algunos siempre estaremos ahí intentando aportar una versión más real y auténtica del trabajo sin oficina.

A finales del año pasado, cuando comenzaba a crear el contenido y la plataforma de mi curso de marca personal, me enfrenté al desafío de diseñar su imagen. Hoy comparto contigo cómo creé el logotipo de Lanzzame para que puedas usar el proceso como referencia en tus propios proyectos.

Tarjeta con el logotipo de Lanzzame

El error común al diseñar el logotipo

El error más común es empezar a diseñar el logotipo sin pensar en la marca, sin pensar en su "alma". Así caemos en logotipos superficiales que no transmiten nada y que no van más allá de una representación formal básica o estética.

Un ejemplo: ¿Qué te sugiere Lanzzame? "Lanzamiento" o "lauch" en inglés, ¿verdad? ¿Un cohete quizás? Genial, seguro que si incluimos un cohete en la palabra Lanzzame queda súper original y la gente flipará con esta muestra de creatividad e ingenio.

Varios logtipos con cohete

¡Ouch!

Esto pasa mucho cuando encargas el típico logo por 5€ en Fiverr, o cuando no das más información que el nombre de la empresa/proyecto/startup y a lo que se dedica. Es insuficiente.

El logotipo no es solo un "símbolo bonito", es la representación final de nuestra identidad, el portador de todo el mensaje que transmite nuestro proyecto. Así que, antes de dibujar o representar visualmente nuestra marca, primero tendremos que conocerla, que crearla.

El proceso de creación de tu marca

1 / Definiendo tu marca

Si en Lanzzame hago mucho hincapié en que antes de mostrarte has de conocerte, aquí también es imprescindible definir primero nuestra marca antes de comenzar a diseñarla, para crear un símbolo perdurable en el tiempo y coherente con lo que queremos transmitir.

Para eso Álex Martínez Vidal propone una serie de preguntas que me ayudaron una barbaridad para construir los cimientos de la marca de Lanzzame. He copiado exactamente lo que respondí en aquel momento.

¿Qué ofrecemos? ¿Qué obtiene el cliente de nosotros?

Lanzzame es un curso online de marca personal.

¿Cuál es nuestro valor añadido? ¿Por qué van a elegirnos a nosotros en lugar de a otro del mismo sector?

¿Qué queremos transmitir? Resumirlo en 3-5 adjetivos o valores.

Autenticidad, confianza, cercanía, transparencia, optimismo, rebeldía.

¿Cuáles son nuestro mensaje y creencias? Orientado al interior, a nuestra manera de funcionar como empresa. A nuestra filosofía.

2 / Referencias y moodboard

Durante esta parte me dediqué a buscar referencias y recopilar imágenes, colores, fuentes y recursos que me transmitiesen esos valores que quería transmitir luego yo con mi marca. Con ellos compuse el moodboard del que me inspiraría para crear, por ejemplo, una interfaz de la plataforma limpia y transparente, donde predominase el azul (color fresco y tranquilizante que se asocia a la parte más intelectual de la mente).

3 / Diseño del logotipo

Para entonces ya había desechado completamente la idea de "lanzar" nada en el logotipo. Sí, el curso pretende impulsarte hacia adelante en tu carrera profesional y de ahí el nombre, pero hay muchas otras cosas que hacen eso. Cambiar de peluquero puede hacer eso. No, yo quería transmitir el cómo. Y el cómo era más profundo: tenía que representar esa búsqueda hacia la autenticidad y la diferenciación.

El logotipo acabó siendo una reproducción de un sistema educativo-laboral estricto y geométrico, clónico, donde cada elemento intenta encajar hasta el punto de perder parte de su identidad (simplificación de las aes). Y ahí, en medio de todo, un grito de creatividad, color y rebeldía que trata de recuperar y de mostrar su verdadero ser.

4 / Aplicación

A partir de aquí todo salía rodado y cada decisión no ya se basaba en "lo que queda bonito" o "lo que me gusta", sino lo que era coherente con todo eso que había estado definiendo.

El tagline (o claim de marca) salió solo. La diferenciación, la autenticidad, el curso en sí se basaba en una premisa inquebrantable: Todos somos únicos.

Cada uno con sus propias habilidades, con su propio estilo; surfeando las mismas olas, el mismo mar.

Nota final

No tienes que ser diseñador para conocer estas cosas, no tienes que saber manejar las herramientas de dibujo. Plantearte estas preguntas y ser capaz de transmitir estas ideas a tu diseñador o a la persona que sí sepa manejarlas marcará la diferencia entre un símbolo que represente tus valores y la esencia de tu proyecto... y uno que no.

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PS: Estos días estoy por Madrid. El martes y miércoles estaré trabajando desde el Google Campus todo el día, así que si estás por aquí y te apetece pasar a saludar escríbeme por Twitter y nos tomamos un café.

Camino que lleva a la ermita de San Clemente, en Aladrén

Haz de cada día una aventura.

De cada aventura un reto.

De cada reto una lección.

De cada lección un paso.

Y con cada paso tu camino.

(más…)

Imagínate que estás leyendo mi entrada sobre Libertad y Anclas.

Me visualizas en tu mente haciendo la mochila en un albergue de Chiang Mai. Navegando en un barco sobre el Mekong, camino de Laos. Te imaginas tú también. Haces una lista rápida en tu cabeza de lo que meterías en tu mochila. Sigues leyendo y llegas a la reflexión. Piensas en tus prioridades, en tus responsabilidades… Te planteas cosas.

De repente…

Pop-up imaginario de Bosco Soler

¡un pop-up salvaje apareció!

Toma coitus interruptus.

¿La situación te resulta familiar? A mí demasiado. Pero tengo una buena noticia:

El pop-up ha muerto

Bueno, no es que haya muerto aún, pero tiene sus días contados. ¿Cuánto tiempo pasó hasta que nos cansamos de los banners intrusivos y los vídeos con auto-play y comenzamos a usar bloqueadores de publicidad o a dejar de entrar en las páginas que abusaban de ellos?

Últimamente en muchos de los blogs que entro encuentro alguno de estos tres tipos de pop-up, que enumero de menos malo a horrible:

Pero entonces, si tanto odio provoca, ¿por qué se sigue usando?

Porque funciona ¿funciona?

Métricas vs Métricas

Un pop-up puede llegar a conseguir entre un 1 y un 5% de conversión (visitas que se convierten en suscriptores). Así que los blogueros insensatos lo incorporan a sus sitios web siguiendo la recomendación de los grandes gurús de la ultra-optimización.

“Cómo conseguir 1000 suscriptores en 6 meses” proclaman. O como dejar de ganarlos si no lo haces. Y entonces te explican cómo instalar el plugin de turno (de pago, por supuesto, para sacar tajada).

El problema está en esto mismo: En fijar el número de suscriptores como métrica principal de tu blog.

Esta es una métrica engañosa y simplista que indica el número de emails que tienes de gente que ha pasado por tu web en algún momento. Es como contar el número de amigos por la cantidad de teléfonos que tienes en tu agenda o por los contactos en Facebook. Tal vez ya no les interese lo que publicas. Tal vez solo te dieron su email para obtener esa magnífica guía PDF con Las 20 ideas para ganar dinero por internet en 3 meses.

Porque digo yo, ¿de qué te sirve tener 2000 suscriptores si apenas un 20% abre tus correos y solo un 5% los lee? ¿No sería más interesante que tu métrica principal indicase el número de personas que esperan tu email cada semana? ¿O el número de personas a las que les has arrancado una sonrisa o despertado una curiosidad? Aquellos que se sienten tan agradecidos contigo que te escriben para decírtelo, que participan, que interactúan contigo. Aquellos de los que también aprendes.

¿Cómo se mide eso? ¿Cómo se consiguen esa clase de suscriptores? Te diré cómo NO se consiguen:

Instalando un p**o pop-up.

Respeta a tus lectores. Deja que sean ellos los que tomen la iniciativa de suscribirse, de comentar y de compartir.

Ponlo fácil y a la vista, claro. Y entonces si se suscriben a tu blog lo harán porque están genuinamente interesados en lo que escribes, porque les aporta valor.

Para acabar, hazme un favor: Si tienes un blog con pop-up, replantéatelo. A corto plazo dejarás de ganar en número de suscriptores, estadísticamente hablando. Pero quizás esa no es la métrica que debas usar para medir el éxito. Cámbiala por el porcentaje de clicks en campañas, ratio comentarios/visitas, interacción, bounce rate, etc. O mejor aún, olvídate de métricas y dedícate a aportar valor a tus lectores, tratándolos como personas, no como números.

Y si estás navegando en una web y te aparece un pop-up intrusivo, no lo cierres. Cierra la página entera y no mires atrás. Cuando lo hayas hecho levántate de la silla, azótate el pecho con los puños y grita al mundo:

“¡¡¡MUERTE AL POP-UP!!!”

Tal vez así dentro de unos meses podamos leer una buena entrada en paz.

Esta entrada es la última de una serie de posts en los que documento la creación de LANZZAME, un programa de diseño e impulso de marca personal. Entradas anteriores: Creando LANZZAME: El origen y Creando LANZZAME: El encaje Problema-Solución.

*  *  *

En la entrada anterior establecí el encaje Problema-Solución (Problem-Solution Fit). Había identificado y definido un problema tras el cual existía un “dolor” real (falta de empleo/clientes/visibilidad) y lo había asociado a una solución basada en la creación, mejora e impulso de la marca personal.

Ahora tocaba darle forma. Diseñar un producto/servicio de manera que sea capaz de encontrar hueco en el mercado. El llamado encaje Producto-Mercado (Product-Market Fit).

Cómo se usa el Lean Canvas

Para estructurar un poco las cosas, y para que todo esto te resulte útil a ti también, te presento el Lean Canvas de Ash Maurya. Esta plantilla es una adaptación del Business Model Canvas enfocado a startups y proyectos en sus primeras fases. Es todo lo que necesitas para empezar a trabajar sobre esa idea que siempre has tenido en la cabeza 😉

Plantilla Lean Canvas de Ash Maurya

Cada recuadro representa un aspecto del proyecto/empresa, y los números indican el orden en que se completan.

Uno de los errores que cometen muchos es enfocarse en la Solución (4) antes de haber pasado suficiente tiempo analizando el Problema (2) de la Gente/Clientes (1). Antes de haber pasado tiempo hablando con ellos, entendiendo sus necesidades. Lo que tú crees que necesita la gente puede estar muy alejado de lo que la gente realmente necesita. ¡Pregunta! No a tus amigos ni a tu madre (cuyo feedback no tiene ningún peso, lo siento) sino a tus posibles clientes/usuarios. ¿Están sufriendo ese problema que tú has identificado? ¿Cómo lo están evitando hasta ahora?

¿Otro de los errores? Saltarse la 3 (Unique Value Proposition). La Propuesta de Valor Única es un mensaje corto (como un tweet) en el que se describa el producto y aquello que lo diferencia del resto. En el caso de Lanzzame sería algo así: “Programa personalizable y modular para crear, aplicar e impulsar tu marca personal”. Destacando personalizable y modular para distinguirlo de las agencias de comunicación, y la última parte para indicar que cubre todo el proceso (y así diferenciarme de aquellos programas que se centran en una de las partes).

¿Qué es un MVP?

Como he comentado al principio, una vez definido el encaje Problema-Solución, toca cuadrar el Producto con el Mercado. Fíjate que es la combinación entre la parte izquierda de la plantilla (Producto) con los aspectos de la derecha (Mercado).

Esto, una vez completado el canvas, solo se puede comprobar mediante la creación de un MVP (Minimum Viable Product o Producto Mínimo Viable). El MVP es la versión más simple de tu producto/servicio (dentro de lo funcional, claro) para evaluar el impacto que pueda tener tu idea.

A partir de esta base, la Metodología Lean se basa en ir iterando sobre ella, incorporando nuevas funciones y mejorando el producto en base al feedback o las reacciones de los usuarios.

Traducido a un ejemplo: Tienes una idea de negocio que usa una web/blog o una app como plataforma. En lugar de esperar a tener el diseño perfecto y todas las funcionalidades que has pensado en el brainstorming, sacas una primera versión con un diseño OK (que tampoco me haga sacarme los ojos, por favor) y las funcionalidades más importantes. ¿Funciona? ¿La gente lo acepta? ¡Perfecto! ¡Pues adelante! ¿Tus usuarios están descontentos con algo? Cámbialo. ¿No lo usa ni Peter? Analiza qué puede estar fallando. Repasa el Lean Canvas. Habla con los usuarios. Cambia a un modelo de negocio distinto. En el peor de los casos habrás fracasado ahorrándote un montón de tiempo que podrás emplear en la próxima aventura 😉

Lanzzamiento

Y después de estas tres entradas hablandote de la idea, del proceso de gestación y de hincharte a anglicismos, comparto contigo el lanzzamiento del proyecto que ya puedes ver en lanzza.me.

LANZZAME

Está estructurado como una web de una sola página, de manera que se convierte intencionadamente en un recorrido lineal para acompañar al visitante, desde la explicación de qué es la marca personal y porqué es importante hasta el formulario donde se establece el contacto.

¿Esto es un MVP? Sí. Es verdad que he cuidado bastante el diseño porque es parte de mi marca y del servicio (imagínate que la tarjeta de un diseñador gráfico fuese antiestética). Ahora mismo el proceso de compra pasa por contactar conmigo vía el formulario. En un futuro añadiré pagos integrados, subpáginas, suscripción a la newsletter también integrada, ciertas optimizaciones, quizás algún recurso gratuito y un par de sorpresas más 😉 También quiero cambiar mi foto por alguna más profesional que aún no tengo y diseñar un logotipo más elaborado.

En cuanto a los packs y el pricing, el proceso que he seguido ha sido el de identificar los 3 servicios más útiles (más de 3-4 opciones solo confundirían al visitante), y a partir de ellos establecer un sistema de módulos para adaptarlo a cada cliente.

La idea de todo este conjunto es facilitar la comprensión y la elección al usuario, a la vez que ofrecer transparencia en los precios. Es algo completamente opuesto al “Solicita un presupuesto” de las agencias.

Naming

Y acabo con el nombre: LANZZAME.

Me ilusiona el concepto de lanzar algo. Esos momentos de expectación que provoca el lanzamiento, el inicio de un proyecto. El no saber dónde llegará de lejos ni qué pasará por el camino.

Lánzame implica una acción de tú a tú. De impulsar a la persona, no a la empresa. Implica también un deseo de ser lanzado, una intención de crecimiento, de llegar lejos.

Quería que el nombre del proyecto fuese lo más fiel posible al concepto de Lánzame, pero teniendo un nombre único que permitiese destacar, por ejemplo, en las búsquedas en Google. La doble z me pareció una buena idea.

*  *  *

¡Y esto es todo! LANZZAME ya es una realidad. Muchas gracias a todos los que me ayudasteis con vuestros comentarios en el pre-lanzamiento 🙂 Cualquier otro comentario/crítica constructiva que escribáis aquí será apreciada, mimada y contestada 😉

No panic. La semana que viene sigo escribiendo sobre lo que fuese que escribía antes 😛

Imagen de la página web de María Sajim

Esta entrada forma parte de una serie de posts en los que documento la creación de LANZZAME, un programa que estará en abierto a lo largo del mes de mayo pero cuyo sistema puedes aplicar a tu propio proyecto. Entradas anteriores: Creando LANZZAME: El origen

* * *

Durante el año pasado estuve varios meses en un programa de formación para jóvenes emprendedores. Voy a ahorrarte horas de charlas para ponerte en bandeja la lección más importante que te vas a llevar hoy a la cama: Céntrate en resolver un problema.

Y cuanto mayor y más doloroso (pain) sea el problema que resuelve, mejor.

Como escribía mi amigo Juan (a quien insisto en hacerlo más a menudo), la mayor parte del tiempo estamos demasiado obsesionados en exhibir, optimizar y alardear de nuestra maravillosa solución (sea una web, una app o un servicio). “Venga, vamos a cambiar ahora la estructura de la web, los colores, vamos a darle más caña a las redes sociales y a hacer email marketing a saco. Mete más social, más big data y más nube.” ¿Te suena? Tal vez estés haciendo tú lo mismo a menor escala.

Lo repito: El primer paso antes de lanzar un negocio es identificar y definir un problema tras el cual exista un “dolor” real.

¿Cuál es el problema en el que me centré yo? La falta de empleo y/o de clientes. A partir de aquí utilicé el método de los 5 porqués (o método del niño tocacojones, como yo lo he re-bautizado) para identificar el problema raíz:

Problema: No encuentro trabajo.

¿Por qué?

Porque hay demasiada competencia. Demasiados como yo. Es dificil que se fijen en mí.

¿Por qué?

Porque no hay nada que me diferencie del resto. Mi currículum es uno más de las docenas que reciben cada semana.

¿Por qué?

Porque no tengo el tiempo ni las herramientas para diferenciarme. Además, ni siquiera yo sé qué me diferencia. Cuando voy a una entrevista mi lenguaje corporal grita “¡Contrátame por favor! ¡Trabajaré casi gratis si hace falta!”

Vale, no hace falta seguir. Ya he identificado varias causas clave:

¡Y es normal! A la mayoría de la gente le cuesta identificar sus fortalezas y sus valores diferenciadores porque seguimos siendo educados con la mentalidad de la revolución industrial. A ser un eslabón más de una cadena de montaje más o menos compleja. Si no son atributos académicos o “racionales” nos cuesta reconocerlos, y mucho menos exhibirlos.

¿Pones en tu curriculum que has ido a un seminario de 2 días de arqueología sostenible para la recuperación del pterodáctilo común por encima del taller de resolución de problemas solo porque el primero es más “de tu campo”? ¿Cómo muestras por escrito tu habilidad para aprender un programa en 2 semanas o las ganas que tienes de crear algo con valor real para la sociedad?

Y por supuesto esto es lo mismo en el caso de los emprendedores/empresarios que buscan clientes o aquellos que buscan aumentar su audiencia. Tienes un blog de viajes, bien, pero ¿qué te hace diferente de los otros cientos que hay en la blogosfera? ¿Por qué leerte a ti? ¿Por qué comprarte a ti?

Mira, yo he hecho muchas webs. Cuando me encontraba con un posible cliente le preguntaba “¿Quieres una web? Yo te la hago por tantos euros. Será muy bonita y tendrá tal y tal característica”. Error. La pregunta que debía hacer (y debes hacerte) es “¿PARA QUÉ quieres una web? ¿Cuál es el problema que vamos a resolver?”. La web, al fin y al cabo, es solo una pequeña parte del resultado de una solución mucho más amplia:

La Marca Personal.

Responderé la pregunta que dejé en el arire en mi última entrada con los ejemplos de dos personas con las que he estado trabajando las últimas semanas y que tenían objetivos distintos: María y Dalia.

María se graduó como arquitecta el año pasado. Diseñé su página web teniendo como objetivo la búsqueda de empleo. Una plataforma visual y fresca desde la que mostrarse y mostrar sus trabajos, resaltando sus fortalezas y su valor diferencial. ¿Por qué una arquitecta incluye en su portfolio los resultados de sus clases de cerámica o cuenta en su blog la vez que dio clases de estructuras a niños de primaria? Porque es parte de su vida y de su personalidad. Estuve con María en todo el proceso de búsqueda de empleo, desde la creación y aplicación de su marca (web, tarjetas, résumé) hasta la redacción y envío de las solicitudes. A los pocos días fue contratada por un conocido estudio de arquitectura donde aún trabaja.

Dalia también se graduó como arquitecta hace pocos años y ahora ha montado su propio estudio. El objetivo en este caso era convencer a posibles clientes mostrándoles sus proyectos y su filosofía de trabjao. Dalia me pidió que diseñase su página web en armonía con sus proyectos arquitectónicos, de líneas limpias y colores suaves. Y eso hicimos. Fíjate además la coherencia de su marca personal en toda su presencia online (página web, redes sociales) y offline (tarjetas).

Estos son dos ejemplos de marcas personales trabajadas y cuya intervención ha ido más allá de una simple página web.

¿Es necesario trabajar tu Marca Personal? ¿Es el camino hacia la diferenciación y una mayor confianza en ti mismo/a? ¿Va a aumentar las posibilidades de lograr tus objetivos profesionales?

Sin duda.

Ahora ya tenía el encaje Problema-Solución. Sabía que quería crear un "algo" para crear e impulsar la Marca Personal de personas afectadas por el problema que había identificado. Pero por delante aún quedaba un largo camino hasta definir LANZZAME.

¿Y tú? ¿Estás embarcado en un proyecto? ¿Qué problema resuelves?

* * *

En la próxima entrada hablaré del encaje Producto-Mercado, el naming, pricing y quizás algún otro -ing. Ya sabes, suscríbete a la lista de correo para poder ir viendo cómo voy creando la plataforma desde dentro 😉

Imagen de la web provisional de Lanzzame

Estos últimos días he estado trabajando en un proyecto que tengo pensado anunciar a lo largo de este mes de mayo.

En un principio no pensaba hacerlo público hasta tenerlo todo listo, pero se me ha ocurrido algo diferente: Ir documentando el proceso de creación, desde la ideación hasta el lanzamiento (Que igual son 2-3 entradas, tampoco te esperes un manual). Esto me servirá a mí para estructurar ideas y quizás te sirva a ti si alguna vez has pensado en emprender o crear un proyecto online.

¿Empezamos?

Creando Lanzzame: El origen

Hace unas semanas, hablando sobre presencia online con mi amigo Gonzalo en un evento, me dijo: “Oye Bosco, la verdad es que tú tienes muy trabajada tu marca personal. La web, las tarjetas... Además es muy fácil encontrarte en Google”. Este comentario derivó entonces en una interesante conversación sobre marca personal, personalidad y comunicación que ahora puedo considerar como el germen de la idea.

Antes de iniciar mi viaje por Asia, hace ya 3 años, decidí que quería comenzar un blog para contar mis experiencias, lecciones y anécdotas. Recuerdo que me costó muchísimo decidir el nombre de dominio. No sabía si utilizar mi nombre (boscosoler.com) o algo más acorde a la temática mochilera (academianomada.com) que seguro posicionaría mejor.

La decisión era más profunda de lo que parecía a simple vista.

Una marca como Academia Nómada era, al fin y al cabo, un negocio. Un blog en el que escribir consejos sobre nomadismo digital, viajes y freelancing. Publicaría entradas tipo 12 trucos para viajar más con menos o Por qué deberías visitar Japón al menos una vez en la vida. Podría monetizarlo mediante afiliación, venta de servicios/productos o incluso AdWords si no era muy intrusivo. Llegué incluso a empezar a trabajar en el diseño. Pero nunca llegué a lanzarlo.

Elegir Academia Nómada como dominio era cortarme las alas antes incluso de alzar el vuelo. Era limitar la temática y, lo que es peor, era promocionar algo que moriría en el mismo instante en que acabase mi etapa nómada.

Un dominio con mi nombre, por otro lado, me daba la libertad de escribir lo que me viniera en gana. Podría titularlo Filosofía Nómada como podría llamarlo Sedentarios Desganados llegado el momento. No me forzaba a escribir para nadie ni por una razón en concreto. Si tienes un blog que se llama quebonitoesviajar.es la gente espera un contenido muy definido: experiencias positivas y motivantes de tus viajes. Tener boscosoler.com no definía nada más que la autoría de las opiniones que aquí se publicaban.

Me quedé con boscosoler.com y así, sin yo saberlo, empecé a crear mi marca personal.

Que conste que nunca me ha gustado el término Marca Personal. Me suena superficial, falso. El ganado se marca, los esclavos se marcaban también. Marcar es etiquetar, y etiquetar es prejuzgar. Y por si fuera poco lo asocio, como es normal, a la publicidad. Y la publicidad es algo que intento que toque mi vida lo menos posible.

Marca personal.

¡Puaj!

Ecequiel Barricart me enseñó a ver la marca personal de otra manera. Como una puesta en valor de tus fortalezas y de tus principios para liderar, por pequeño que sea, un cambio en el mundo.

Construir tu marca, más allá de parecer un ejercicio de vanidad y apego, es todo lo contrario. Sólo podrás tener una marca relevante si la creas desde la generosidad, el desapego, la humildad y la verdad. - Ecequiel Barricart

Entendí que desde mi blog estaba mostrando una parte de mí que era imperceptible en el currículum pero que, en mi opinión, era infinitamente más valiosa que cualquier título o certificado oficial.

Desde aquí podía lanzar proyectos bajo una misma "filosofía". Es decir, alineados con los principios que exhibía en el blog. Por ejemplo, no tendría sentido que yo promocionase una startup para obtener puntos mientras ves anuncios publicitarios en la televisión. No sería coherente con mis valores y, por tanto, con mi marca personal. Sí lo sería iniciar un proyecto para conectar turistas con locales y fomentar el intercambio de culturas.

Gracias a esta página web me han surgido oportunidades y he conocido gente que no hubiese conocido de otra manera.

Porque el blog en sí mismo es una especie de página “About me / Sobre mí” vitaminado. Es fácil mentir en una carta de motivación o en una entrevista de 15 minutos. Es imposible hacerlo durante las 50 entradas de tu blog. Las fotos de Facebook o los logros en LinkedIn mostrarán siempre la mejor parte de ti mismo/a, pero no hay mejor manera de "conocer" a alguien (online) que leer sus dudas, motivaciones y puntos de inflexión.

Vale, ahora que entendía el valor que tenía para mí la marca personal en general y este blog en particular, la pregunta pasaba a ser: ¿Era necesario/válido para el resto del mundo?

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Próxima entrada: Creando Lanzzame Parte II: El encaje Problema-Solución. Suscríbete y te daré acceso además a la versión preliminar de la web para que veas cómo se va creando. Además en la newsletter digo palabrotas palabras malsonantes.

Tarta de cumpleaños con el número 30

La semana pasada cumplí 30 años.

¿Sabes qué? Hay casi 1000 millones de resultados a la búsqueda “things to do before 30” (cosas que hacer antes de los 30) en Google. Esas son muchas listas y muchas más cosas y estoy casi seguro de que no las he hecho todas, pero no importa.

He vivido, he amado, he sufrido, he viajado, he aprendido y he reído.

He crecido.

Los 20 han sido sin duda una década de crecimiento. Cuando empezaron yo estaba en la universidad, estudiando una carrera con la que tengo una relación de amor y desencanto, con otras creencias y otras prioridades.

A lo largo de todo este tiempo he vivido momentos que han ido cambiandome y moldeándome hasta la persona que soy ahora. Un Erasmus en Noruega, un voluntariado en Nicaragua, el Camino de Santiago, los 6 meses en Japón o el último viaje alrededor de Asia son algunas, pero no solo las “grandes aventuras” nos hacen crecer. Cada libro, cada persona y cada gesto han dejado su huella.

No soy la persona que fui ayer, ni la que seré mañana. .

Al final, el cambio se produce con la decisión de cambiar. La decisión de exponerse a situaciones que promueven el cambio y la decisión de vivir con una actitud abierta al cambio. De vernos como seres crecientes, interiorizando que estamos contínuamente expuestos a nuevos paradigmas y a nuevas ideas.

Dicen que los 30 son los nuevos 20, pero como escribía JF Millburn, doy gracias de que eso no es verdad. Ahora, a mis treinta, tengo la libertad y la mentalidad que no tenía hace 10 años, y una sed incontrolable de vivir intencionadamente y de seguir creciendo.

Y que sean muchos más.

Estatua de la Plaza del Campillo del Mundo Nuevo

Estas fiestas me quedé en Madrid preparando un proyecto que lanzaré pronto en el blog. El domingo por la tarde estaba ya un poco quemado y necesitaba aclarar ideas, así que cogí mi libreta y salí a dar una vuelta por el barrio.

Acabé en una plazoleta donde los bancos al sol me parecieron mejor idea que meterme en un café. Me senté en uno junto a una señora que leía una revista.

Estaba yo garabateando ideas en mi libreta cuando escucho:

- ¿Va a dibujar la estatua?

Me giro hacia la señora de mi lado sin saber muy bien de qué está hablando y ella, al ver mi cara de gilipollas desconcierto, me señala la escultura que tenía frente a mí.

- ¡Ah! Eeeeh… No, bueno… Más bien estoy escribiendo. No se me da muy bien dibujar.

- ¿Ah sí? ¿Y escribe usted por afición o por trabajo?

- Por afición, supongo. Aunque ahora estoy simplemente anotando reflexiones y pensamientos que me van surgiendo.

- ¿Y qué es escribir sino eso?

A partir de ahí la conversación se mantuvo durante un buen rato hasta que a Juanita, que así se llamaba la señora, decidió que estaba refrescando y me dejó solo con la mujer de bronce.

Allí me quedé, mirándola.

El caso es que, inspirado en el comentario de la mujer, dejé de escribir y me puse a dibujarla.

Hacía una década (literalmente) que no dibujaba una estatua. En primero de carrera era algo que teníamos que hacer en una de las asignaturas y llegué a cogerle bastante manía.

Pero allí en la plaza no tenía presión, ni obligación, ni evaluación, ni sentido ni función.

Poco a poco emergió un boceto de una belleza extraordinaria. Un esbozo de finas líneas que mostraba una figura de proporciones vitrubianas. La gente se amontonaba alrededor mío con jolgorio y admiración.

¡Qué carajo! Era un mamarracho considerable que ocultaba con el brazo cuando alguien pasaba a menos de diez metros de mi banco.

Pero me sentía satisfecho. Me había divertido y no tenía otro propósito. Era un dibujo para mí.

Parece que en la era de las redes sociales nos vemos obligados a compartirlo todo, a mostrarlo como parte de nuestra mejor versión, y muchas veces nos autolimitamos acotando nuestas acciones únicamente a aquellas cosas que se nos dan bien y no nos avergüenza exhibir. “No voy a intentarlo porque no sé dibujar”, “no voy a escribir un poema porque no soy de letras”, “no voy a cantar porque no tengo buena voz”. ¿Se nos ocurría pensar eso cuando éramos niños/as?

Bullshit.

La próxima vez que tengas una estatua delante, dibújala. Escribe un poema y guárdalo. O una canción. O baila en bolas cuando salgas de la ducha. Haz algo que libere una parte creativa de ti, y que solo sea para ti.

Para vivir una vida creativa hemos de perder el miedo a estar equivocados. - Joseph Chilton Pearce

Bosco Soler en el interior de una cascada a las afueras de Dalat, Vietnam

En el interior de una cascada a las afueras de Dalat, Vietnam

Un buscador es alguien que busca, no necesariamente alguien que encuentra. Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando, es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda. - Jorge Bucay (El Buscador)

El 30 de enero de 2012 comencé un diario. Siendo plenamente consciente de que soy lo más inconstante y caprichoso que ha parido la tierra, lo empecé así:

“Me he descargado esta aplicación para intentar mantener un seguimiento de mis propósitos y mis proyectos. Veremos cuanto me dura”.

Hoy, 4 años más tarde, he escrito mi entrada número 1362.

Mil trescientas sesenta y dos.

Digo entradas porque no es un diario/libreta física, es una aplicación móvil. Lo sé, es menos “romántico” pero mucho más práctico al moverme. No se pierde, no pesa y puedo añadir una foto a la entrada, guardando así la localización. Es increíble lo que una frase y una imágen te pueden recordar de un momento que pasó hace tres años.

Durante estos años el diario ha ido evolucionando. Al principio establecía un día a la semana como evaluación, entradas aleatorias cuando me acordaba, etc. Con el tiempo me acostumbré a ir anotando todos aquellos momentos “singulares” o que se salían de mi rutina. Desde ver un amanecer en la playa hasta tomar una cerveza con un amigo que hace tiempo que no veía.

Había días que publicaba una, otros dos e incluso había días que daban para mucho y tenían tres anotaciones. Otros días sin embargo no hacía nada especial y se quedaban en blanco.

El llevarlo en el móvil me permitía apuntarlo en 5 minutos. Mientras el resto del mundo contaba lo que comía y hacía en Twitter, yo me lo quedaba para mí. Se convirtió en un “timeline” privado de momentos y reflexiones espontáneas y, así, llegué a las 1362 entradas.

Captura de pantalla de mi diario

Hace unos meses descubrí el relato de El Buscador de Jorge Bucay, en el que describe un lugar donde sus habitantes cuentan el tiempo vivido únicamente teniendo en cuenta los momentos de felicidad.

Me di cuenta de que inconscientemente había convertido mi “app-diario” en exactamente eso. Un contador de momentos especiales. Un medidor de felicidad. Podía navegar sus páginas y descubrir qué épocas de mi vida había estado más “vivo” y cuales me había acomodado en la monotonía.

Los viajes estaban plagados de momentos increíbles, claro. Pero aquí también había vivido épocas de proyectos ilusionantes que quedaban así plasmados en palabras e imágenes. Otras semanas eran más grises. Eran días que había vivido en piloto automático.

Decidí entonces que no podía haber día que no escribiese en mi diario, que no hiciese algo único. Ya fuese probar una nueva receta, retomar el contacto con un amigo o descubrir un sitio nuevo de Madrid.

¿Sabes los brazaletes o fitness trackers que miden tu actividad física y te motivan a lograr el objetivo diario? Al final crean una sana “dependencia” al ejercicio, al movimiento, y tu cuerpo se siente raro cuando pasa un día sin caminar lo suficiente.

Yo lo siento así con mi diario. Me he acostumbrado a la búsqueda de momentos que me hagan sentir vivo. Al hambre y a la curiosidad. No ya en sentido hedónico, pues a veces basta una pequeña victoria moral. Una entrada en el blog de la que estoy orgulloso. Un libro acabado. Un gesto con un desconocido.

Pero el detenerme y emplear un momento para documentar este momento de felicidad me hace ser consciente de que ese ha sido un día vivido.

Mi amiga Dalia observando los templos de la región de Bagan, en Birmania

Mi amiga Dalia observando los templos de la región de Bagan, en Birmania

De vez en cuando recibo emails o comentarios en el blog de lectoras que mostráis vuestras dudas y miedos de viajar solas.

Hasta ahora no había tratado el tema de manera diferente a cuando me lo preguntaban ellos. Durante mi viaje conocí muchas chicas que viajaban solas, o que habían empezado así y se habían juntado luego con otros grupos. Así que, ¡claro! ¿Por qué iba a ser distinto? ¡Adelante viajera!

Sin embargo hace un par de semanas la noticia de que dos chicas argentinas fueron asesinadas durante su viaje a Ecuador por oponerse a ser violadas trastocó mis esquemas.

Me di cuenta de que no es lo mismo.

Comencé a rememorar mi viaje en solitario, recordando algunas de las situaciones en las que me sentí más expuesto, y empecé a cuestionarme si me hubiese sentido igual de cómodo siendo mujer.

Imaginé todas esas situaciones en mi cabeza, sustituyendo mi persona por la figura de una amiga cercana.

¿Habría aceptado alojarme en una casa perdida en la selva de un chico de Malasia que acababa de conocer en el avión?

¿Habría hecho autoestop en Nueva Zelanda? ¿Me habría perdido por los barrios de las afueras de Chongqing? ¿Habría subido en la moto de aquellos desconocidos para ir a una fiesta en Bali?

Probablemente no...

Cuando salía por la noche en Chiang Mai o en Vientiane apenas llevaba en el bolsillo un manojo de billetes sujetos por una pinza de pelo. Un mochilero casi en la treintena, de metro noventa y con pocas cosas de valor. ¿Qué era lo peor que me podía pasar?

Entiendo que para ti no es lo mismo.

¿Sabes qué? No sé que objetivo tengo al escribir esta entrada. La conclusión, la moraleja… No estoy seguro de que haya una.

Tal vez solo quiero que sepas que te entiendo. Que la próxima vez que me cuentes tus miedos de viajar sola, tus dudas, no frivolizaré con mi respuesta.

Que la próxima vez que nuestros caminos se crucen admiraré tu coraje. Admiraré tu valentía por ignorar a aquellos que piensan que por ser mujer tu lugar está al lado de un hombre.

Y que quiero que sepas que, a pesar de todo, seguiré animandote a recorrer el mundo. Porque eso te hará crecer. Porque te hará conocerte a ti misma.

Porque estás en tu derecho de decirlo bien alto: #ViajoSola.

* * *

PD: ¡Ey! He comenzado una newsletter para avisarte de las próximas entradas, darles contexto, compartir citas o enlaces que me parecen interesantes... ¿Te apuntas? ¡Nos leemos! 😉

Golden Gate Bridge de San Francisco

Golden Gate Bridge de San Francisco

Llevo 10 minutos mirando la pantalla en blanco de mi portátil sin saber cómo comenzar.

Hace meses que no publicaba. Y cada semana que pasaba, más alto me ponía el listón y más miedo me daba enfrentarme al teclado.

Así que para romper el hielo, aprovecharé la tradición bloguera de hacer una revisión/balance del año que se va y marcarse unas metas para el siguiente. Es algo que (lógicamente) suele hacerse en enero, pero siempre he sido de “maduración tardía”.

Ahí va.

Lo que fue

Parecía difícil que este año pudiera superar el viaje de 9 meses por Asia del 2014, o los 6 meses en Japón del 2013. Pero no creo que haya sido peor. Ni tampoco mejor. Ha sido diferente.

Lo que no fue

Pero no todo salió como hubiera querido. Aquí una lista de mis grandes decepciones:

¿Y ahora qué?

La semana pasada me retiré unos días a la playa para reflexionar sobre mis siguientes pasos. Lo cierto es que no tengo muy claro hacia dónde dirigirme.

¿Voy a volver a la arquitectura tradicional o voy a seguir experimentando con espacios e instalaciones interactivas? ¿Quiero hacer crecer mi estudio de diseño por la libertad que me ofrece trabajar deslocalizado o quiero emprender otro proyecto empresarial? ¿Sigo en Madrid o cambio de ciudad?

Las respuestas en las próxima entradas (¡o no!).

* * *

PD: Se aceptan sugerencias 😉 

PD2: Escribir me ha motivado. Voy a salir a correr 🙂 Espero recordar cómo hacerlo...