La ciudad de Da Nang desde uno de sus puentes.

La ciudad de Da Nang desde uno de sus puentes.

A veces, cuando viajamos, estamos tan cegados en el pasado de una cultura que no nos paramos a observar el presente. Durante mi paso por Vietnam he visitado la Ciudadela Imperial de Hue, el centro histórico de Hoi An, o el santuario de My Son, entre otras cosas. Pero curiosamente, uno de los lugares que disfruté más fue Da Nang.

Aunque Da Nang es la tercera ciudad de Vietnam, y situada a medio camino de las dos ciudades principales, no suele ser parada para el visitante occidental porque no tiene nada histórico ni tradicional que la haga víctima de la explotación que ocasiona el turismo en masa. Y eso fue precisamente lo que nos atrajo a quedarnos unos días.

El que fuéramos los únicos extranjeros paseando por la playa de Da Nang al atardecer o cenando en un restaurante local entre familias y parejas vietnamitas me dio la sensación de sentirme único. Una oportunidad de observar la realidad actual del país y de ser parte de su estilo de vida, sin la distorsión que produce un entorno enfocado al turismo.

Sí, contemplar templos en ruinas y museos de guerra es importante para entender la evolución de una nación, pero la belleza no está solo en su historia, sino también en la sencillez del día a día y la manera en la que su gente disfruta de un domingo por la tarde.

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PD: Después de un mes atravesando Vietnam de norte a sur, paso los últimos días en Ho Chi Minh City (Saigón) antes de cruzar a Camboya.