Libertad y anclas

Bosco Soler explorando los alrededores de Vang Vieng, Laos, en moto.

Explorando los alrededores de Vang Vieng en moto.

Siempre me he preguntado porqué los pájaros permanecen en el mismo sitio cuando pueden volar a cualquier lugar del planeta. Luego me hago la misma pregunta. - Harun Yahya

Un sábado noche, hace dos semanas, unos compañeros del albergue intentaban convencerme entre cervezas de ir con ellos a Laos al día siguiente. Había estado viviendo en Chiang Mai durante el pasado mes y medio, y pensaba quedarme algo más de tiempo para acabar unos proyectos online. La ciudad me había enamorado, sabía los sitios donde ir y conocía gente local, pero es cierto que me había empezado a acomodar demasiado.

Cuando viajas solo y por tanto tiempo, aprendes a desarrollar tu intuición. Y la intuición es la que te ayuda a distinguir la delgada línea que separa una situación forzada y una oportunidad. Así que a la mañana siguiente me volví a hacer la pregunta que me hago cada día: ¿Estoy donde quiero estar y haciendo lo que quiero hacer?, y en apenas una hora reservé los billetes y el alojamiento, hice la mochila, y me fui a Laos con ellos.

En el bus reflexionaba lo difícil que hubiera sido hacer esto en casa. El equivalente sería mudarme a Francia de un día para otro y recogiendo todo en una hora. ¡Imposible! Aquí había sido posible, en parte, porque después de tres meses fuera de casa mis posesiones siguen siendo prácticamente las mismas: un ordenador portátil, un teléfono móvil, un libro electrónico, algo de ropa y un neceser. Todo en una mochila que no necesito facturar y que pesa entre 10 y 12 kilos. Con eso viajo y con eso trabajo.

A medida que pasa el tiempo me doy cuenta de que cuanto más poseo, más cohibida está mi libertad de movimiento. Y cuando esta libertad es lo que más valoro, el comfort que me podrían proporcionar otros accesorios se desvanece. Todo lo físico se convierte en anclas que ralentizan mi movimiento y amortiguan mis impulsos.

Y me doy cuenta de que las anclas no son solo materiales: también emocionales, miedos, responsabilidades... Unas son indispensables, otras suplantables. Unas son inevitables, otras superables. Anclas como el miedo a estar solo, los sentimientos hacia mi familia y amigos, la responsabilidad sobre un proyecto, la presión de mi entorno... Algunas anclas me mantienen fiel a mis raíces y principios, proporcionándome una dosis necesaria de realidad. Otras reprimen mi libertad y me cortan las alas. Distinguir unas de otras es parte del aprendizaje.

Veo como poco a poco mis prioridades se reordenan a lo largo del camino, y como el sentimiento de libertad aumenta a medida que simplifico mi vida, manteniendo conmigo las cosas, sentimientos y personas que realmente merecen la pena.

---

PD: La imagen es de los alrededores de Vang Vieng, en Laos, donde mi amigo Ben y yo alquilamos dos motos de cross para perdernos entre las montañas y campos de arroz de la zona (más fotos). Pocas veces me he sentido tan libre. Hoy es mi último día en Vientiane, la tranquila capital de Laos, antes de volar a Kuala Lumpur y empezar con Malasia. Ya estoy en Kuala Lumpur 🙂

PD: Antes escribía en este blog. Ahora comparto ideas y aprendizajes para emprender en la newsletter de SinOficina. Recíbela tú también cada domingo:

¿Quieres compartir este artículo?

14 comentarios

  1. Bosco, muy bueno el artículo. Coincido 100% con vos y espero algún día animarme a eso y más. También soy de los que prefiere el equipaje liviano, principalmente porque no hace que te apegues demasiado a cosas innecesarias. Un abrazo desde Argentina!

  2. Cuantas veces no he pensando en esto de las anclas (aunque yo les llamo cadenas), aun estoy en el proceso de aprender a distinguirlas, siento que últimamente he superado algunas pero queda bastante trabajo por hacer. Gran post Bosco. Saludos!

  3. […] de la filosofía nómada. No significa necesariamente estar continuamente en movimiento. Significa tener la capacidad y la mentalidad de poder hacerlo cuando lo necesites. Significa tener la libertad de estar en cada […]

  4. […] Cuando salí del retiro, por cierto, me encontré que durante mi incomunicación se había producido un golpe de estado en el país e impuesto la ley marcial. Había controles militares por las calles y toque de queda por la noche. Afortunadamente Tailandia sabe de dónde le viene el dinero y eso no afectó el turismo. Aún pasaría unas semanas más en Chiang Mai antes de cruzar a Laos. […]

  5. Hola Bosco! La verdad me ha apasionado lo que has escrito y me identifico totalmente contigo. Estoy de acuerdo con cada una de tus palabras. Pero a diferencia de ti sé que tengo anclas, quiero cortar el cordón que me une a ellas, pero no sé cómo, creo que esto último lo producen las anclas del miedo y las emociones como dices. Y ando en búsqueda de alguien que abra mis ojos para navegar en ese mundo de lo "desconocido".