Cada cierto tiempo mientras estoy viajando, sobretodo cuando me hospedo en hostels, me encuentro con una conversación en la que surge algún comentario de desprecio a los “turistas”.
A veces no es desprecio sino condescendencia, pero siempre desde una posición moral superior. De la de aquel que viaja mejor, que viaja de manera más auténtica.
Porque claro, «no es lo mismo ser un turista que ser un viajero».
Hubo un tiempo en que yo también me creí aquella historia. Yo era uno de los auténticos viajeros. Claro que sí. De los que viajaba sin billete de vuelta, sin maleta con rueditas, sin agencia de viajes, ni planes, ni desayunos de bufet.
No regrets oh yeah madaf*ackas I'm in town. Fotito con la moto en los campos de arroz de Laos.
De alguna manera nos vemos a nosotros mismos dentro del grupo de los que viajan “como toca”, menospreciando a aquellos que deciden hacerlo con más comodidad y obviando que hay otros que viajan de una manera más extrema que nosotros.
Es como si cogiésemos un eje horizontal Comodidad-Autenticidad y nosotros nos situásemos en el centro, un poco a la derecha, siendo nuestra manera de viajar la que actúa de frontera entre los turistas pringados, a nuestra izquierda, y los auténticos mochileros, grupo donde nos incluimos.
Lo interesante es que la posición de esa frontera cambia según el protagonista. Y aunque en tu eje formes parte del grupo molón, para otro viajero serás uno más del grupo de turistas pringados que se alojan en Airbnb y se conectan a Facebook desde el wifi de un Starbucks.

Pero, ¿sabes qué? No existe esa línea divisoria que separa los turistas de los viajeros.
El eje sí existe. En el extremo izquierdo, el de máximo confort, están los grupos de japoneses (toma estereotipado gratuito) que van en autobús de checkpoint en checkpoint casi sin tiempo de sacar las 500 fotos que necesitan de la vigésima séptima iglesia/museo que visitan.
En el extremo derecho, el de máxima autenticidad, está el mochilero que se cruza el conteninente a dedo, durmiendo donde le alojen gratis los locales y trabajando temporalmente en granjas a cambio de comida.
En un punto entre esos dos extremos estás tú. Un turista más.
Con una manera única de viajar y de interactuar con el mundo.
Quizás viajes con mochila, quizás con maleta. Quizás te alojes en hoteles o quizás en albergues. Quizás te enamores de una chica o chico local. Quizás te hagas una foto sujetando la Torre de Pisa.
Lo importante es que disfrutes del viaje respetando la cultura y la gente que encuentres en tu camino. Aprendiendo de todos ellos y volviendo a casa un poco cambiado/a, un poco mejor.
Me ha gustado tu post.
Lo importante es el respeto, cada cual es quién es, tu solo acepta, no juzgues y sonríe. Así todo será perfecto. Vive como sientas, respeta te y respeta al prójimo. Viajeros o turistas sólo son etiquetas, porque somos humanos teniendo experiencias. Un abrazo
Efectivamente, Ant, solo son etiquetas. Un abrazote 🙂
¡Gracias, Bosco, por cada mail de domingo! Siempre me hace muy bien leer tus envíos, los espero con ganas - y, tal como te escribí hace unas semanas - ridículamente, siempre están en consonancia con lo que vengo pensando, sintiendo, viviendo en mis días previos. Dudas, indecisiones, nosaberpordóndesigueelcamino, y, he aquí el mail de Bosco que viene a ayudarte a despejar dudas. Abrazo y comete el domingo 😉
Di que si amigo Bosco! Cada uno vive la experiencia de viajar como puede o le gusta... lo importante es tener ese gusanillo y hacerlo... sea como sea, porque el viajar abre los ojos, la mente y el corazón... cada país y cada rincón te da una vivencia. Para mi es fundamental una escapada de vez en cuando para desintoxicarme de la monotonía del día a día. Ves otras culturas, otras maneras de vivir y otras personas de las que siempre traes algo nuevo e interesante.
Mientras tanto... a empezar una nueva semana con energía y con ganas... y porque no decir que va a ser maravillosa!!!! Un saludo 🤗
Pienso que si eliminamos las "etiquetas" y nos centramos en el respeto y el disfrute del viaje sin hacer daño a nadie, surge la riqueza del viaje, ya sea en un hotel de lujo como en una chabola con goteras.
Para qué etiquetarse? Tan importante es sentirse de una tribu o de otra? Es como la selfie de turno en un lugar, que parece que no hayamos estado si no lo inmortalizamos con una foto de nuestro jeto para darnos mayor importancia que lo que la naturaleza nos ha regalado.
O como grabar el parto de un hijo, estando mas pendiente del enfoque y la luz de la cámara que en ese momento tan mágico .... (y me incluyo al haber grabado el parto de un hijo y haber disfrutado el parto del otro).
Viaja, disfruta y respeta.
Y hasta aquí la opinión de un inetiquetado atiquetado, ..... 😉
Yo creo que quizás lo que distancia al viajero del turista es su conexión con la gente y cultura local. El turista, y no pretendo aqui meter a todos en un mismo saco, pues va con algo más armado, como con un checklist de lugares, must see atracctions/venues, fotos que "si-o-si" tienen que tomar, y va un poco desconectado de la realidad local. El viajero, está más abierto a experimentarlo todo: A conversar con el taxista o la señora que vende frutas en el mercado, explorar y "conectar" más con la realidad diferente a la que se está exponiendo. Igual creo que se puede buscar un equilibrio turista/viajero, un win-win para que la experiencia sea más interesante.
Un abrazo Bosco.