La gente dice que soy ordenado. Ven una foto de mi escritorio aparentemente liberado de objetos innecesarios y piensa que soy un tío organizado. Yo creo que no tiene mérito, que en realidad es consecuencia de poseer poco, pero, lo que es seguro, es que no siempre fue así.
De crío, mi habitación era un caos. Tenía cierta tendencia a acumular objetos que me llamaban la atención. Tendencia que mi madre hizo desaparecer con los años a base de broncas cada vez que me obligaba a ordenarlo.
Increíblemente, por muy bien que ordenase el cuarto, a los pocos días aquello volvía a ser un vertedero. ¿Cómo era posible?
Lo entendí ya de mayor cuando me dieron a conocer, en una clase de física, el segundo principio de la termodinámica: el universo (y mi habitación formaba parte de él) tiende, con el tiempo, a aumentar en entropía. Tiende al caos, al desorden.
Así que parecía necesario que, de cuando en cuando, dedicase algo de tiempo a ordenarlo o, inevitablemente, desembocaría en la creación de un agujero negro interestelar con el bajo de mi cama como centro gravitacional.
Pura astrofísica.
Con los años me he dado cuenta que mi cabeza es como mi habitación. Está constantemente coleccionando ideas, información, aprendizajes.
Y también me he dado cuenta que escribir es ordenarla.
Cada vez que escribo, como estoy escribiendo ahora, hago un ejercicio de ordenar ideas, de sintetizar y de exponerlas de manera que tengan sentido para mí y para el que las lee. Es como si esas ideas fuesen objetos físicos que arrojo de cualquier manera en una habitación en el momento en que llegan y que, días después, dedico un tiempo a recogerlas una a una, tirar las que ya no sirven y etiqueto y almaceno correctamente las que sí.
¿Tiene sentido? ¿Te ocurre a ti también?
Por eso me cabreo cuando, excusándome en que estoy liado con SinOficina, SinCódigo o cualquier otro proyecto, dejo que pase el tiempo sin publicar en mi blog. Avanzo, sí, pero a medio plazo siento que me quedo sin ideas y que voy como pollo sin cabeza.
No sé si esto le pasará a otra gente y si el consejo de escribir un blog (o crear algún tipo de contenido en otro formato) es para todo el mundo. Quizás te sirva, quizás no (¿lo has probado?). A mí me ayuda y que me esforzaré por seguir haciéndolo. El próximo domingo más.